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Espacios acotados

El martes pasado leía una noticia publicada en este mismo periódico, referida a una denuncia de los vecinos de la Plaza de Nápoles y Sicília sobre las molestias ocasionadas, según ellos, por decenas de aficionados al monopatín que se concentran allí para practicar. Parece que alargan su afición hasta altas horas de la noche, con la consiguiente molestia para los vecinos y que, además, en su afan por mejorar su técnica, agreden el material urbano, untando bancos y bordillos con deslizantes de cera.

La actividad de estos aficionados al monopatín en esta plaza, y ahí radica la raíz del problema, se debe a la actuación policial que los ha desplazado de otras zonas, como la Plaza de la Virgen y el Jardín del Hospital, donde si bien no atentaban contra el derecho al descanso de los vecinos, si lo hacían contra el patrimonio. La autoridad municipal tomó cartas en el asunto y la policía local intervino para prohibirles que continuaran deteriorando estos espacios protegidos por su elevado valor patrimonial y arqueológico.

Varios son los problemas, a mi parecer, que aparecen relacionados en este tema y que demuestran como la política local recoge todas las problemáticas y además debe de ingeniárselas para dar respuesta adecuada a todos los colectivos afectados, lo cual es muchas veces más que complicado. Existe, por ejemplo, un grave problema de educación. Resulta preocupante el desconocimiento de los que practicaban dicho deporte en el Jardín del Hospital y en la Plaza de la Virgen. Pueden causar daños irreparables a los valiosísimos restos arqueológicos que allí se encuentran, así como al frágil pavimento de la Plaza de la Virgen. Un problema de desconocimiento del que nuestro sistema educativo alguna responsabilidad tendrá, sin que sirva como excusa del claro incivismo demostrado, claro está. Pero no es menos cierto que la falta de respeto por el patrimonio cultural de nuestra ciudad no es exclusiva de estos aficionad0s al monopatín, ya que en 24 años fueron las mismas políticas públicas de la derecha municipal las que permitieron y lideraron un ataque permanente al mismo. Por no hablar de los abusos urbanísticos llevados a la práctica por la dictadura franquista.

Otro problema es el derivado de las molestias al merecido descanso de los vecinos de las zonas afectadas por la práctica de este deporte. Pero como se podrá comprobar dentro de unos días, estas molestias al derecho al descanso no son tampoco patrimonio de este colectivo, sino que están incluso institucionalizadas y abarcan, no a unas zonas concretas, sino a València en su conjunto.

Toca, como siempre, diálogo y soluciones concretas, lo que en este caso, y eso es lo mejor de todo, existen, son de fácil realización, y además vienen propuestas por el propio colectivo del monopatín. Se trata de algo tan sencillo como acotar el espacio del parque Gulliver para poder practicar este deporte, con la inversión necesaria, así como con el mantenimiento de las instalaciones. Esto permitiría garantizar la práctica en condiciones de este deporte, y lo más importante, el descanso de los sufridos vecinos de esta ciudad. ¿Nos ponemos a ello?

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