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Zobeyda y Zaidía

Zobeyda y Zaidía

La taifa de Valencia „ Balansiya„ tuvo su origen tras la caída del califato de Córdoba creado por Abderramán III, de la dinastía Omeya, en el año 929. El que fuera considerado como el reino más fastuoso de la época se fragmentó un siglo después en múltiples pequeños reinos, los llamados primeros reinos de taifas que tanto desorden y anarquía generarían.

Balansiya capital de uno de esos reinos de taifa fue gobernada en el siglo XI por Abd al-Aziz, de la dinastía amiri, quien ordenó construir una nueva muralla y su finca de recreo o almunia que sería conocida como Palacio Real, cuyo significado viene del árabe «rahal» que significa casa de campo. Era una alhambra rodeada de amplios y esplendorosos jardines en cuyo centro se levantó un magnífico palacio, justo en el lugar donde en la actualidad se encuentran los jardines de Viveros. Años más tarde Balansiya fue conquistada por Rodrigo Díaz de Vivar «El Cid» y a su muerte, defendida por su esposa doña Jimena, con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III de Barcelona. Cuando Alfonso VI de Castilla decidió que no valía la pena seguir defendiendo a la ciudad, ordenó la evacuación de los cristianos y su incendio. Al día siguiente cayó en poder de los almorávides. Más tarde las luchas entre almorávides y almohades causaron la aparición de los segundos reinos de taifas durante el siglo XII, y en el XIII se establecieron los terceros reinos de taifas que durarían hasta 1238 al ser conquistada la ciudad por Jaume I.

Uno de los almorávides más célebre fue Aben Sad, un valeroso guerrero de origen desconocido que llegó a ser rey de Murcia y de Valencia. Supo desarrollar una civilización refinada, rodeada de lujo, en la que convivían cristianos, musulmanes y judíos en relativa armonía, hasta que las tribus almohades, fanáticas e integristas, llegaron desde el Magreb para derribar del trono a los almorávides.

A Aben Sad los cristianos le llamaban rey Lope o rey Lobo. Su intensa y romántica vida amorosa ha dado pie a leyendas y novelas. Se cuenta que el harén del rey Lobo era famoso por reunir a las esclavas más hermosas del mundo, destacaba por su belleza una concubina llamada Zobeyda de la que el rey se prendó y a la que desposó pasando a ser una de las cuatro esposas legítimas. Era una mujer bella, culta y ambiciosa. Fruto de su amor nació una joven tan hermosa como su madre que se llamó Zaidía.

Por ella suspiraban el cristiano Raimundo, el príncipe almohade Said, y también su hermano, el califa Yussuf, que fue quien finalmente se casó con Zaidía. Cuentan que la joven nunca pudo adaptarse a vivir en Marruecos, y que la melancolía invadió su corazón al sentirse lejos del hermoso palacio de Balansiya que su padre le había regalado.

De todo aquel esplendor no queda más que algún relato y el nombre de una calle, Llano de Zaidía, que nos trae a la memoria el fastuoso palacio que se levantó hace diez siglos al otro lado del río Guadalaviar, sobre el que más tarde se levantaría otro edificio derribado, el Palacio Real.

Con tristeza recordamos cuánto patrimonio se ha destruido en nuestra ciudad y comprendemos la nostalgia de Zaidía, hija del rey Lobo y de la hermosa Zobeyda.

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