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Plantando sueños

Plantando sueños

Dicen que la mayor alegría que podemos sentir es que nuestros sueños se cumplan y que cuando se alcanzan, ya no podemos imaginar nuestra vida sin ése anhelado momento en el que por fin lo soñado se hace realidad. Los mejores sueños son aquellos que somos capaces de compartir con los que nos rodean, con quienes viven con nosotros. Sentirlos compartidos los hace más fuertes y deseamos atraparlos con mayor fuerza todavía.Carlos Carsí supo desde pequeño que quería hacer fallas, llamaba la atención su prematura vocación. Cuando sus compañeros de pupitre decían querer ser médicos, ingenieros, profesores o mecánicos, él ya quería ser artista fallero. Se podría decir que nació fallero, como toda su familia. Su padre, Paco Carsí, en un momento en que los partidos progresistas todavía consideraban a las fallas un territorio hostil, ya participaba activamente con toda su familia en su falla, la de Ramiro de Maeztu-Leones.Carlos realizó sus estudios con la determinación de quien sabe que se trata de una etapa necesaria para llegar a «lo suyo», hacer fallas. Apuntó alto desde el principio, siempre ha sabido que cuando un sueño merece la pena, merece el esfuerzo para hacerlo realidad. Cuando llegó el momento de empezar a trabajar en serio, se mostró siempre muy responsable. Se convirtió en un joven emprendedor, de los que tienen la suerte además de contar con el apoyo moral y los ahorros de sus padres, quienes se volcaron en cuerpo y alma en la aventura de levantar un taller donde crear las primeras fallas, modestas al principio, como debe ser. Afortunadamente, al poco tiempo el taller se quedó pequeño, els ninots se amontonaban por toda la nave y tuvo que trasladarse a una más grande.Ser artista fallero es un oficio complejo que requiere mucha imaginación, arte, bastante atrevimiento y mucha constancia. Dibujos, bocetos, pruebas de color una y mil veces repetidas? hasta lograr que las figuras, poniendo en jaque el sentido del equilibrio, se levanten en calles y plazas para llamar la atención por su expresividad y colorido. Nadie que sea ajeno a este mundo puede llegar a imaginar las horas de desvelo y dedicación, siempre contrarreloj, que esconden estos monumentos. Decía Vicent van Gogh: "Sueño mi pintura y pinto mi sueño". Algo parecido les sucede a éstos artistas que son capaces de plantar cada año su monumento como quien planta un sueño.La trayectoria de Carlos Carsí ha sido intensa y rápida, desde el principio se supo que sería un buen artista fallero. Metódico, concienzudo, ingenioso? nunca escatima horas de trabajo ni manos de pintura hasta obtener el resultado esperado: ese peculiar brillo como de porcelana, que convierte el cartón piedra en una obra maestra. Seguro que nunca va a olvidar las fallas de 2016 ni a la falla de Cuba-Literato Azorín por haberle confiado el encargo de realizar su monumento. Ni sus padres tampoco. Hay momentos en los que la vida te pone a prueba y te obliga a sacar fuerza de flaqueza cada día , pero si los dioses te hacen un regalo en forma de primer premio de la sección especial, seguro que todo es mucho más llevadero. Hoy Carlos Carsí es un hombre feliz. Como decía el Dalai Lama: "La felicidad no es algo hecho, proviene de tus propias acciones". ¡Enhorabuena!

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