Los agricultores de El Palmar han tenido que empezar a limpiar las cañas cortadas y abandonadas en el lago de l´Albufera ante el bloqueo de algunos motores y las dificultades para inundar el arrozal. Ayer por la mañana desplazaron una máquina y dos tractores para retirar las cañas, que fueron cortadas hace dos semanas por orden de la Junta de Desagüe de l´Albufera y se dejaron flotando en el agua. El anuncio del Ayuntamiento de Valencia de que hablaría con la Conselleria de Medio Ambiente para poner en marcha un dispositivo de limpieza no ha llegado aún, aseguran.

Ya desde el primer momento los regantes advirtieron de que esa operación podría ser perjudicial para la inundación del arrozal, que comenzó el pasado 2 de mayo. Las cañas se habían acumulado en las acequias formando tapones de dos kilómetros de largos en algunos casos y poniendo en peligro las barreras de contención que protegen los

Sólo faltaba un fuerte viento de poniente como el que ha hecho estos días para que las cañas aumentaran su presión y acabaran poniendo en peligro algunos puntos de bombeo. Según fuentes de los agricultores, los principales problemas se han detectado el Tancat de Lestell, en la acequia de la Reina y la Murta, con unas 3.200 hanegadas de arrozal afectadas. Las cañas dificultaban el tránsito de agua y se corría el riesgo de desecación en los campos, por lo que hubo que adoptar medidas de urgencia.

Al parecer, los agricultores avisaron a una máquina del Sindicato de Riegos de Sueca y a dos tractores particulares que desde las 7 de la mañana comenzaron a retirar cañas y residuos de los puntos más conflictivos, en las cercanías de la pedanía de El Palmar. No obstante, creían que estos problemas podrían reproducirse también en otros puntos donde se han acumulado las cañas.

El Ayuntamiento de Valencia, muy descontento con la decisión de la Junta de Desagüe de segar las cañas de la orilla y dejarlas tiradas en el lago, anunció que se pondría en contacto con la Conselleria de Medio Ambiente para ver la manera de limpiar la zona lo antes posible e incluso valorar la posibilidad de imponer sanciones.

Esa actuación, sin embargo, no ha llegado a tiempo y han tenido que ser los propios agricultores los que han tomado la iniciativa al menos en las partes más complicadas.