Si te gusta la bicicleta y te ponen un camino para uso exclusivo en el centro de la ciudad, sería mezquino pensar que alguien va a votar en contra. El anillo interior de la ciudad, el camino de «la línea 5», la antigua muralla, es un camino transitado por velocípedos en precario y la posibilidad, más que posibilidad, de disponer de un carril segregado con el que dar la vuelta a la ciudad se recibe con entusiasmo.

Otra cosa es lo que piensen los conductores, sobre todo cuando aprecien in situ si la reducción de un carril les afecta de verdad o no, o los reponedores de los comercios de la margen izquierda de esas calles, a los que poco favor se les va a hacer.

Los ciclistas transitan en el anillo interior por la izquierda, en el carril de unos autobuses que hay que sortear y que a veces van pasados de vueltas. A su izquierda ya viene el primer carril íntegramente para coches. «Es peligroso. Yo me he llevado más de un susto y, de hecho, una vez me atropellaron y me rompí la clavícula», asegura Joan Bernabé, uno de los usuarios de la bici en estas calles. La idea del ayuntamiento le entusiasma, claro: «siendo egoísta, tengo que estar contento. Pero no es nada que no vaya con la lógica: los centros de las ciudades deberían tener poco tráfico. Yo he estado tres años viviendo en Finlandia y allí no están nada masificados». Lo dice mientras lleva la bicicleta por la acera, a pie. «Siempre me bajo por civismo», destaca.

La presencia de bicicletas en las aceras, sobre todo en la calle Colón, donde son más anchas que en Guillem de Castro, es habitual. Tanto ocasionalmente para acceder desde el Valenbisi a la calzada como para ahorrarse unos metros de peligro. «Es que hay veces que vale la pena jugarte una multa que no jugarte la vida. De todos modos, si vas por la acera es para ir lentísimo por respeto a los demás. Casi con el pie a tierra» dice Carla Martín, un usuaria habitual que también lo celebra: «uso bastante los carriles bici, pero nos faltan metros en la ciudad».

El ciclista de Colón tiene otro problema ahora mismo: es como un conductor pero sin motor. Dicho de otra manera, «sólo puedes circular en un sentido. A veces intentas ir al revés y no hay forma: te aparece la gente y los coches por los cruces y te metes en peligro», apunta Oscar Bazclar. «El carril bici nos permitirá, por lo menos, tener un doble sentido que ahora es jugártela o meterte por la acera, cosa que no quieres hacer», dice.

Hay ciclistas que aún no sabían del proyecto, como Andrea Stimoli. «Para nosotros va a ser estupendo. No sabía que iban a hacer un carril y me alegro mucho porque la calle Colón tiene peligros. Y no hablo sólo de los coches, sino de los peatones, que se cruzan demasiadas veces por cualquier sitio», afirma. Para otros usuarios, como Pablo Gandia, es cuestión de experiencia: «estoy tan acostumbrado a ir en bicicleta por estas calles que ya voy cho pocas dudas. Sin duda es mejor que tengamos nuestro propio camino y estoy convencido que va a beneficiar a todos. Será bueno para Valenbisi, será bueno para el sector de la bicicleta».

Eso sí, obligará a cambiar rutinas «a los que vamos por la derecha, que somos ser prácticamente todos, porque es por donde debemos ir, nos tocará ir por la izquierda».