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Trabajo discreto

Pioneros del "souvenir"

La familia de Tomás Aguilar Aguilar ha contribuido desde su tienda en la Plaza Redonda a que el nombre de «Valencia» haya viajado por todos los rincones del mundo gracias a los recuerdos comprados por miles de turistas

Pioneros del "souvenir"

Tomás Aguilar nació en la calle Serranos número 18 el 28 de enero de 1943, hijo de Tomás Aguilar Benlloch y de Rosario Aguilar Gasión. Por parte de padre era pariente del Cardenal Benlloch y del cineasta Luís Buñuel, pues sus antepasados procedían de Teruel. Su progenitor era dependiente en una tienda de tejidos de la calle de las Mantas de aquellas que describía Blasco Ibáñez en su novela «Cañas y barro». Rosario Aguilar, madre coraje, tuvo mucha más influencia en la vida del joven Tomasín que su padre, pues desgraciadamente falleció muy pronto. Tuvo dos hermanos: Jorge, que primero laboró en la Renfe y después se trasladó a Noruega, donde vive felizmente jubilado; y Amparo, también vendedora y ama de casa.

Curiosamente cada hermano es de un matrimonio distinto de su madre, quien primero maridó con un joven, Gustavo, que desapareció durante la guerra civil; después matrimonió con su padre Tomás Aguilar y al enviudar se casó con Pedro Serrador Ortíz, que también finó muy pronto. Rosario era una mujer extraordinaria, adelantada para su época, muy valiente. Tenía que sacar adelante a tres hijos, y nada le daba miedo. Sus primeros negocios fueron la venta de hilos por los mercados, pero al fallecer Pedro, dueño de una vetusta tienda en la Plaza Redonda, decidió seguir adelante aquella empresa.

En aquella «botiga» se vendía inicialmente loza y servicios para bares y restaurantes, lo que llamaban «menaje». Pero la genial intuición de Rosario, con la ayuda de sus hijos, la fue transformando en la primera tienda especializada en objetos de turismo.

Jorge tenía muy buena traza para el dibujo y la pintura, por lo que empezó a decorar platos y cucharas de madera con motivos valencianos y españoles, poniendo la palabra «Valencia» como incentivo de compra.

Al pie del cañón

En aquellos tiempos la gente que viajaba tenía la obligación no escrita de llevar pequeños obsequios a amigos y conocidos, costumbre que ya ha desaparecido casi totalmente pues ahora todo el mundo viaja con más facilidad que antes. Rosario y sus hijos aprovecharon ese nicho de mercado para ir incorporando más productos que hoy serían catalogados como «souvenirs» y pronto su iniciativa fue imitada por otros comercios cercanos.

A los diez años ya estaba Tomás al pie del cañón, vendiendo en su tienda. Fue al colegio de San Nicolás, y después a la Academia Castellanos, pero lo suyo era aquel mostrador entrañable, con un suelo de madera que tenía que fregarse con lejía. Desde allí inició su vida social en una Plaza Redonda de carros, completamente abierta al tráfico. Allí patinaba, aprendió a ir en bicicleta y hasta conducir. Se apuntó a la falla de la plaza Lope de Vega, a la que ha sido fiel toda su vida, y participó en la fiesta de San Roque de la calle Cerrajeros y, por supuesto, en el Altar del Mocadoret, donde apuntó a toda su familia. Su otra gran vivencia social es la Associació d'Amics del Corpus, perteneciendo al Grup de Mecha desde el segundo año de su fundación y habiendo sido, como en la falla, lotero y encargado de la lotería.

Dos veces casados

En una fiesta fallera de la Sala Torremar, en la calle Marino Albesa, conoció con sólo 18 años a la que sería su esposa, Vicenta Fletes Peiró, una muchachita de apenas 14 años. Ella era del Cabanyal, aunque vivía en el Grao, y pertenecía a la falla de la Conserva. Se han casado en la Virgen de los Desamparados dos veces, de jóvenes y al cumplir los 25 años de matrimonio, teniendo dos hijos: Lucía y Javier. Ambos pensaban emprender otros derroteros laborales, pero al final han permanecido en la histórica tienda de la Plaza Redonda.

Tomás tienes tres nietos: Lucas, Claudia y Nerea. Ya se jubiló, pero le gusta pasear por esta Plaza Redonda de la que ha visto diversas transformaciones. El día de “Crucero», cuando los turistas invaden el entorno, apenas puede saludar a sus hijos que siguen vendiendo souvenirs de acuerdo con la tradición familiar. Mantiene el almuerzo con algunos amigos y recuerda aquellos primeros tiempos cuando los turistas gastaban mucho más dinero en sus viajes.

Actualmente la tienda tiene varias secciones: artesanía, socarrats y figuras. Fueron también pioneros en vender camisetas con el nombre de «Valencia», después de investigar como se hacía en otras ciudades de España. Ese es su más legitimo orgullo: haber ayudado a que el nombre de «Valencia» haya viajado con esos turistas a todos los rincones del mundo.

Porque su gran amor, junto con su familia, es sencillamente Valencia.

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