Joan Ribó confiesa que le encanta «ser alcalde». Ir por la calle, atender las quejas de los vecinos, y tratar de darles solución, pero insiste en que no por ello traspasará las fronteras que han de separar lo público de lo privado. El próximo fin de semana, pues, asistirá a los actos del Corpus pero no los presidirá. Se mantiene firme en «separar las cosas del ayuntamiento, de las de la iglesia». Un punto tan claro para él, como lo es el maltrato del gobierno central hacia la ciudad que el gobierna desde hace un año. «No queremos ser más que nadie, pero tampoco menos», espetaba con la concreción que le caracteriza. «Tenemos un peso muy bajo en el estado en cuestión de inversiones caso de cultura e infraestructuras como son el soterramiento de las vías férreas», incidía Ribó. «Este es un trabajo de todos los valencianos», comentaba.

Un modelo de turismo propio

Los grandes retos para Ribó en esta legislatura pasan en primer lugar por la urbanización del frente marítimo „ casos del Cabanyal y de Natzáret„ incluída la deuda de 440 millones de la Marina Real. En ambos reclamó paciencia a los afectados e hizo suyas las palabras del concejal socialista de urbanismo Vicent Sarrià, al recordar que no disponen «de una varita mágica». Un segundo punto es el referente a los problemas sociales, «con los 70.000 parados» y la nula política de viviendas sociales que recibieron como herencia del PP, y por último el tema de la participación ciudadana. Así se expresaba ayer en el espacio Halcones y Palomas de Levante TV, dirigido y presentado por Guillermo López, con Iñaki Zaragüeta (La Razón), Adolfo Ibarra (Agencia EFE), Minerva Mínguez (Levante EMV) la periodista Marta Hortelano.

Un tema no menor para la primera autoridad municipal, tras un año de gobierno tripartito junto a PSPV y València en Comú, es la elaboración de un modelo de turismo propio. «Hay que orientar las inversiones con sentido común, con un casino creo que es suficiente», advertía en referencia al proyecto rechazado para la Marina. «Tenemos un parque natural como es l´Albufera que hay que explotar, y mucho que mejorar en los cruceros», apuntaba, para abogar también por tratar de sacar mayor rentabilidad a fiestas como las Fallas o apostar por la ruta de la seda como nuevo reclamo.

Como capítulo pendiente, pero próximo a resolverse, se refería Ribó a la llegada de la EMT a las poblaciones vecinas de l´Horta, gracias al acuerdo con Generalitat y Diputación de València. Un asunto espinoso que le costó una guerra abierta desde las alcaldías afectadas, por lo que aprovechaba para recordar: «No podemos dar servicio a otros municipios». En cuanto a la movilidad, defendió que su equipo «sí tiene un plan previsto» y que la apuesta por la peatonalización y el carril bici, buscan acercarse a un modelo de ciudad parecido a Copenhague.