En artículo publicado el 3 de septiembre de 2014, titulado Sobre perros, parques, terrazas y pelotas, me referí a cuatro de los temas que había comentado con familiares y amigas/os en las vacaciones. El presente se dedica a los tres que centraron la reunión de vecinas/as y usuarias/os de la Calle del Actor Llorens, realizada en la Asociación Cultural Algirós, el pasado 29 de abril. En ambos casos se trata de compartir la rumia de aspectos generales extraídos de casos particulares. La reunión tenía como objetivo la discusión y firma de una carta dirigida al alcalde de Valencia, Joan Ribó, solicitando la reposición de árboles en los alcorques construidos en 1994 cuando, por iniciativa vecinal, se incluyó la calle en el Plan de Aceras del Ayuntamiento presidido por Rita Barberá. De los 25 árboles plantados entonces, sólo tres se han salvado de la mortandad producida por aparcamiento de coches, rotura del sistema de riego y vertidos perjudiciales. Habiendo acuerdo mayoritario a favor de la solicitud „con alguna voz en contra que prefiere la eliminación de los alcorques (y los salientes de las aceras en que se ubican) para ganar espacio de aparcamiento„, la discusión se centró en el tipo de árboles a proponer al Servicio de Jardinería. Aunque se trata de un tema técnico sobre el que existe mucha experiencia e investigación, la voz de quienes disfrutamos y/o sufrimos el arbolado en las calles ha de ser tenida en cuenta. Y entre las opiniones expresadas, cabe mencionar las siguientes: Con rechazo unánime de las moreras, hay quienes prefieren los naranjos por su hoja perenne y aroma del azahar; y quienes los cuestionan por no tener hoja caduca, por su fruto e insectos que los merodean. Como la calle tiene sólo 12 mts de ancho y la distancia entre los árboles y las fachadas es de 2.50 mts, hay quienes rechazan casi todo tipo de árbol porque, viviendo en primeras plantas, les quitan visibilidad y dan sombra en invierno; y hay quienes viven en las mismas, pero agradecen la privacidad y sombra en verano.

Los primeros prefieren arbustos como el hibiscus (que alcanza una altura de 4 mts) o finas palmeras que puedan superar los 15. Los segundos aceptan una gama más amplia de arbolado.En cualquier caso y además de la firma de la carta por 34 personas (el proceso sigue abierto), hubo importantes propuestas e interesantes preguntas. Entre las primeras cabe señalar la de actualizar y afinar las ordenanzas municipales relativas al arbolado urbano y al uso y limpieza de aceras y alcorques, con especial referencia a la recogida de la caca de los perros y disolución de los orines con el vertido de un poco de agua por las/os propietaria/os de los animales. Se trata de acciones de competencia compartida entre autoridades y ciudadanas/os, quienes podemos y debemos tener una actitud crítica pero también proactiva.Y entre las preguntas, hubo dos referidas a la convivencia ciudadana y la biodiversidad urbana, de especial significación porque de la manera en que los colectivos y las personas abordemos estas complejas realidades depende, en gran medida, la mejora o empeoramiento de la calle, el barrio, la ciudad, el país y todo el planeta:¿El respeto a la diversidad de intereses de un vecindario (el que sea) puede impedir la acción en beneficio del bien común que se determine democráticamente? Si la ciudad tiene una biodiversidad comparable a la de una selva „ es una selva domesticada y reglada„, ¿Es posible identificar y acordar las especies arbóreas más adecuadas para cada tipo de calle?