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Pintadas

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Decía Rafael Conde «El Titi» en una de sus canciones más famosas que «en las calles las pintadas están de moda hoy en día». Esta semana me he dado cuenta de unas que han inundado mi barrio, están por todas partes, en paredes, maceteros, contenedores. Son pequeñas hechas unas como con rotulador grueso y otras como con spray. El que caso es que la letra sí que parece de la misma persona. Dicen «le llaman revolución y no lo es» y «vuestra riqueza nuestro hambre». Lo primero que piensas es «muchachote, así no vamos a conseguir la revolución en la vida». Después te entran ganas de coger un rotulador rojo y corregir las faltas, o mejor, cogerlos a ellos y reproducir la mítica escena de La Vida de Brian, « ¿ese le qué es? objeto directo - ¿entonces cuál es la forma correcta? - lo - pues me lo copias cien veces en toda la calle», vamos con la otra «-¿hambre qué género es? - femenino, pero empieza por a tónica - cierto, pero ¿lleva un determinante el o un? - no - ¿entonces cambia a masculino? - no - pues me lo copias cien veces en toda la calle». Al día siguiente aparecería todo el barrio con su respetable reivindicación por lo menos escrita correctamente.

Y es que con esa ortografía se diluye el mensaje, de hecho no pensé en lo que decía hasta mucho tiempo después. Hace poco vi también en un supermercado un expositor de toallas muy veraniegas y muy bonitas que aseguraban ser muy «absorventes» en letras bien grandes impresas sobre una atractiva playa. Mi chico alertó a las cajeras que lo miraron con cierta indiferencia y le dijeron que sí, que ya lo cambiarían.

El otro día bajé y en efecto había una pegatina con «muy absorbentes» escrito de manera correcta? ¡en el otro lado del expositor!. Ni siquiera se habían planteado que era un remiendo del fabricante para tapar la patada al diccionario. En Quito surgió un movimiento social llamado Acción Ortográfica, más tarde tuvo su replica en Madrid, que se dedican a corregir esas tropelías callejeras con un spray de color rojo. Pintadas, anuncios, carteles, nada se libra de su implacable tinta roja. Espero que aquí surja la iniciativa, me uniría. Y es que cada vez se escribe peor, no se si es por la influencia de las redes sociales, por los mensajes de texto o porque también se habla peor y se contagia.

El caso es que esas faltas dicen mucho de quien las comete y más si están expuestas en público. Demuestra una falta de respeto por la lengua, pero además una falta de sensibilidad ante quien lo lee. La corrección en los acentos o en la gramática hace comprender el mensaje. La ortografía se aprende en el colegio y se refuerza leyendo, leyendo mucho, no tiene tanto que ver con los estudios que uno tenga como con la inquietud o el interés.

Por eso también un texto con incorrecciones denota que su autor no lee lo suficiente o no lo hace en el lugar correcto. En las redes sociales, en las que todos pueden exponer sus opiniones y teorías, las falta de ortografías nos pueden ayudar a valorar la credibilidad del autor, y si las hay, es nula. No puede tener una opinión fiable, contrastada y basada en la reflexión de una mente abierta una persona que no lee. Puede opinar sobre si le gusta o no el brócoli, sobre si prefiere la fideuà o la paella, pero no otorguemos credibilidad a sus afirmaciones políticas o sociales.

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