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Divagaciones

Tímidas reflexiones

Tímidas reflexiones

Me conmueve el cariño que las personas sienten por los animales porque detrás de ese sentimiento vislumbro ternura, pero en algunos me cuesta entender esa actitud irritada en su defensa en disyuntiva con las personas€ Cuidar de los animales es siempre lícito, pero anteponerlos a las personas me parece inhumano. Paseaba por la playa sembrada de espuma blanca perdiéndome en la inmensidad azul, cuando vi tres enormes perros jugando en la orilla, sus dueñas, lejanas€ para llegar hasta ellas tuve que subir al paseo€ me dijeron lo que dicen todos: „ no hacen nada„ siempre contesto: - «Uno de esos perros que no hacen nada me mordió, creo que está prohibido llevar perros sueltos en la playa» comenté con la educación que fui capaz. Sentía que estaban invadiendo un espacio que no era el de los perros€ «Aquí está permitido, si no mañana ve al ayuntamiento y lo denuncias, mi padre es concejal€». Los sujetaron, di las gracias y pasé sintiéndome casi culpable no sé muy bien de qué. Discutir con los amantes de los animales, aviva una altanera incomprensión. Las largas correas, ¡ay! Alguien me comentó que esperando el cambio del semáforo en una acera, un fuerte golpe le empujó al suelo, unas correas le rodeaban y un perro chato casi le rozaba la cara€ «Quitadme al perro por favor» suplicó y una vez de pie preguntó: «¿Por qué me ha hecho esto?» La pregunta que parecía absurda nacía de la necesidad de cuestionar la ignorancia del respeto.

Las calles están sucias, parece que solo limpien las cercanías de los palacios del Gobierno Valenciano. En un callejón una bandeja de cartón llena de comida para gatos, invade la calzada y oigo a unos turistas ingleses exclamar: how disgusting! Esos gatos que viven en una casa deshabitada, están sucios, dueños de la calle se acercan a las terrazas donde la gente come tranquilamente, exigiendo alimento€ Llamo a la concejalía de animales, una anodina voz me atiende, le cuento el problema. „ Escriba una instancia„ ordena, „¿Perdón? ¿Todavía existe la burocracia?„ Llame a la policía„ y cuelga, ¿Para qué han creado una concejalía animalista? Me pregunto mientras telefoneo a la policía local. Un agente muy amable, tampoco comprende que habiendo una concejalía, tenga que recurrir a la policía, su voz es comprensiva. „Yo tampoco entiendo lo de los gatos, dice, es insalubre, esta calle está llena y da mucho asco y ¿sabe quien les da comida, incluso de supermercado? Las mujeres mayores€ (¡Cuánto aburrimiento! Pienso.)

Lo más lamentable y cruel es la actitud intimidatoria de los animalistas hacia Adrián, el niño con cáncer a quien se le había organizado una corrida benéfica y su familia recibió insultos y amenazas de muerte€como lo fue cuando celebraron la muerte del torero Víctor Barrio. En este mismo periódico leí que el propietario de un perro peligroso sin cadena ni bozal lo llevaba suelto mientras jugaban niños. Un policía de paisano le llamó la atención y sin medir más le pegó, faltando al puro civismo. Los dueños irritables acaban pareciéndose a su animal.¿Cuántos caminos debe recorrer el ser humano para que se le respete? Y canta Dylan «La respuesta, mi amigo, está soplando en el viento».

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