En un cuerpo tan operativo como la Policía Local de Valencia, entender y atender proyectos de I+D+I financiados, además, por la Unión Europea, no siempre resulta fácil. Pero la realidad es que Valencia es una de las ciudades más avanzadas en este campo y en su haber cuenta ya con 23 proyectos terminados o en activo que han recibido recursos superiores a los dos millones de euros y que han servido para sacar adelante y aplicar ideas innovadoras relacionadas con la violencia de género, la gestión del tráfico, la mediación de conflictos, el robo de cobre, las redes sociales o los crímenes de honor.
Al frente del Departamento de Proyectos Europeos se encuentra José Luis Diego, que dispone de dos profesionales más en el equipo y que ha conseguido, con la nueva corporación, que en cada uno de los proyectos se implique personal especializado que tenga relación directa sobre la materia. «Esto lo llevábamos tiempo planteando, pero debo decir que ha sido ahora cuando lo hemos conseguido y es muy importante», dijo.
Un primer ejemplo muy significativo del trabajo que se ha hecho en estos años es la mediación, explicó Diego. Empezó a hablarse de ello en el año 2009 con proyectos vinculados a la proximidad y la prevención y ahora es una pieza esencial de la labor policial (244 casos en el primer trimestre del año).
Lo mismo puede decirse de la violencia de género. En el año 2010 se puso en marcha un proyecto europeo que permitió crear protocolos para proteger a las víctimas y hoy en día la Policía de Valencia ya cuenta con el grupo Gamma, especializado y con dedicación exclusiva en esta materia.
Y puede citarse también el proyecto para combatir el robo de cobre. Un programa específico permitió instalar alarmas para el robo de tomas de tierra, que era indetectable y muy peligroso, o el marcaje del cable con ADN sintético, que permite identificar el metal robado y su procedencia.
Proyectos en estudio
Por lo que se refiere a la actualidad, el grupo trabaja en un total de 8 proyectos, muy variados y efectivos, asegura José Luis Diego. A saber. Se está trabajando en el programa Forensor, que permitirá desarrollar sensores a pequeña escala —pequeñas cámaras de videovigilancia— capaces de analizar los movimientos de un vehículo, saber si su conductor está bebido y lanzar una alerta a la central de policía para su interceptación. «Puede analizar si da bandazos, si va muy despacio, si da tirones y cosas así», explicó Diego.
Otro ejemplo: el proyecto NBQRe, que cambiará la forma de trabajar en los sucesos que tengan como protagonistas materiales nucleares, biológicos, químicos, radiológicos o explosivos. En Valencia puede ser muy efectivo en los accidentes pirotécnicos. Y el objetivo es crear nuevos aparatos móviles y de control remoto capaces de identificar materiales, recoger pruebas y proteger a los agentes, que ahora hacen estas tareas con exposición directa.
También se desarrollarán plataformas informáticas, teorías y métodos para afrontar los desastres relacionados con el cambio climático; se aprenderá a manejar las redes sociales como elemento avanzado de la policía de proximidad; y se estudiarán las distintas maneras de abordar las emergencias teniendo en cuenta el factor cultural, es decir, dirán cómo ayudar a distintos colectivos culturales o sociales, como discapacitados, personas mayores, niños o nacionalidades muy particulares.
Trabajo social
Finalmente, en el terreno puramente social se trabaja en dos iniciativas. La primera tiene como objetivo identificar y prevenir los «riesgos de radicalización», ya que «la policía tiene casi siempre el primer contacto con estas situaciones y en la actualidad esa información no se explota», expuso el responsable Diego.
Y un segundo proyecto aborda los matrimonios forzados y los crímenes de honor. Según este experto, en la actualidad los matrimonios forzados no son un problema en España, pero la llegada de inmigrantes, esencialmente del centro de África y del sureste asiático, indican que ese problema se presentará más pronto que tarde, como ocurre en otros países europeos.
En Valencia ya se trabajará con determinadas comunidades, como la gitana, donde este problema está muy presente.
