La de ayer parecía una jornada de Fallas en el centro de la ciudad. Terrazas llenas, turistas, apretones, «xaranga», bailes tradicionales y hasta una «mascletà». A pesar de ser noviembre la excusa para que el «cap i casal» estuviera hasta los topes no era baladí. El Mercado Central, un emblema de la ciudad, quería celebrar con los vecinos que cumplía 100 años. El centenario de este magnífico templo de la gastronomía lleva ya tiempo celebrándose en la ciudad pero ayer los comerciantes querían hacer un gran cumpleaños del que todos y todas se sintieron partícipes. Y vaya si la gente respondió.

Para tal acontecimiento, la Asociación de Vendedores del Mercado Central organizó, con la colaboración del Ayuntamiento de Valencia y diversas entidades privadas, una serie de actividades en plena calle, que arrancaron con talleres para los más pequeños y puestos de cerveza para los mayores. Se prepararon juegos tradicionales, talleres con frutas manualidades... y a mitad de mañana llegó la música de la «dolçaina» y el «tabalet» de la mano del grupo de danza de la Federación de Folklore Valenciano que deleitó a los presentes.

El mercado se mantuvo cerrado por lo que la actividad se concentró ante sus puertas y las de la Lonja. También hubo una demostración de coreografía y la música más festiva la puso una «xaranga». En ese momento la fiesta convivía con el mercadillo „habitual de los lunes„ por lo que algunos se pasaban a realizar alguna compra.

Degustación culinaria

Entre el bullicio se escuchaba continuamente: «¡dicen que ya no quedan plazas para la paella!». Esas dos protagonista se cocinaron frente a la lonja. Fueron 2.000 raciones que a mitad de mañana ya habían sido reservadas por la gente. Por cada paella 100 kilos de arroz, 15 litros de aceite, 200 litros de agua...un espectáculo que la gente no paraba de fotografiar. «No le quito ojo», decía Carmen, una compradora habitual del mercado ante la paella. «Ojalá se hiciera esto más habitualmente», comentaba. Por su parte otro vecino de la ciudad, Justo, apuntaba: «esto está muy bien. Han cortado las calles y me parece muy bien que podamos disfrutar así de la ciudad».

En la plaza del ayuntamiento los hermanos Caballer pusieron la pólvora para una «mascletà» a la que se entregaron miles de personas. Y para acabar, plato de paella. El de ayer fue un cumpleaños multitudinario. Uno de esos que solo se celebran cada 100 años.