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Chiquilín cumple años

El cambio llegó con 'Chiquilín'

La conocida guardería refleja la transformación que supuso en la sociedad la incorporación de la mujer al mercado laboral

El cambio llegó con 'Chiquilín'

Posiblemente, el de 1981 fuera uno de los años más intensos de la historia reciente de España y, por ende, de la ciudad de Valencia. Tiempo de cambios, tiempo de sustos y, sobre todo, un tiempo nuevo. En la vida cotidiana van cambiado los usos y costumbres y la incorporación de la mujer al mercado laboral, un proceso imparable, da lugar a nuevos hábitos. Entre ellos, uno impensable apenas unos años atrás: la aparición de espacios en los que los niños pasarán sus primeros años de vida. La ciudad ya no permite la «vida en la calle» y, antes de que empiece el primer curso de la EGB, los pequeños estrenan baberos y sensaciones en las guarderías. Ahora, 35 años después, se empiezan a cumplir fechas «redondas» de las pioneras. Es el caso de Chiquilín, un referente histórico en este sentido, y que cumple 35 años.

Una historia que nace del dicho «de la necesidad, virtud». Dos hermanas y una cuñada, Lola y Mercedes Sancho y Loles Cabrelles, crearon el establecimiento para satisfacer, primero que nada, sus propias necesidades. «Lo hicimos por nuestros hijos al constatar que las posibilidades que había para dejarlos no nos gustaban» asegura Lola Sancho. Era un tiempo con nula homologación y escasa titulación. «Queríamos algo más que tenerlos estacionados».

Chiquilín acogió inmediatamente un concepto que ahora ya es moneda de uso corriente: el de la «estimulación temprana». Entendida como «empezar a trabajar jugando, desarrollar el cerebro en todas sus facetas. Entendiendo el trato que hay que dispensar en cada tramo de edad, tratándolos, incluso hasta los cinco años, como lo que son, niños que necesitan cariño y que, con eso, se fortalecen para lo que tendrán después». Y con ello, también formas, incluyendo «los elementos adaptados a sus tamaños». Empezaron con poco más de media docena de niños el primer día «pero ese curso ya llenamos el porque la reacción fue estupenda». A partir de ahí, la guardería fue creciendo, fueron adquiriendo bajos en la manzana de la calle Juan Llorens y alcanzaron la condición de escuela infantil de referencia.

Hace una década se produjo un cambio sustancial, al establecerse los tres años como edad de escolarización. «Que seguimos considerando que es un error» dice Lola Sancho. «A los tres años, el niño se va al colegio con susto. No son lo principal del colegio y se ven desbordados. Siempre defenderemos que es una mala decisión cuando están en la edad más importante de sus vidas, en plena formación. Los niños necesitan dar el cambio cuando están más maduros. No se pensó en los niños cuando se hizo el cambio. Rompen el proceso en plena siembra, cuando estás llenando sus cerebros por la dedicación a ellos».

Hace años también incorporaron el inglés al método de enseñanza de forma especial, desde los cuatro meses. El método TET (Total English Teaching), franquiciado a escuelas de toda España y defendido en congresos de ámbito mundial. Una de las satisfacciones cuando los años van pasando es «ver cómo has tenido niños en la escuela y después son ellos los que te traen a sus hijos. Y las madres que vienen a apuntar al niño o la niña cuando aún están embarazadas». Si hay marcadores de los que poder exhibir, se hace: «hace tiempo hicimos un seguimiento a un grupo de alumnos. Pasados los años vimos que todos habían realizado los estudios que querían, que habían logrado sus objetivos, que eran felices y, sobre todo, que eran buenas personas. Y eso había sido fruto, entre otras cosas, de las bases que consiguieron en Chiquilín desde los cero a los cinco años. Eso quiere decir que estamos haciendo bien el trabajo».

Lola Sancho defiende la presencia de los niños pequeños en espacios adecuados para su estimulación. «No es cierta la idea de que «es mejor que estén en casa». Si los padres trabajan y está «con la chica», ésta está con su rutina de trabajo y será difícil que les preste la atención necesaria. Lo mismo que si la madre o el padre trabajan en casa. El niño necesita unas rutinas marcadas, unos periodos de descanso regulares... y eso se realiza en lugares preparados de verdad».

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