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Aniversario de la capitalidad

La Valencia republicana, cosmopolita y bulliciosa

El libro «València republicana. Societat i Cultura» recupera la memoria gráfica de la urbe durante los años 30 del siglo XX - El «cap i casal» inicia su «Eixample» y vive una eclosión artística y cultural

El libro «València republicana. Societat y Cultura», recientemente editado por el Ayuntamiento de Valencia, recompone el puzzle de la II República en el «cap i casal», un importante periodo de la historia de gran vitalidad durante el cual Valencia llegó a ser sede del Gobierno, y cuya memoria se desdibujó durante los años del franquismo. La publicación, lanzada coindiciendo con la conmemoración de la capitalidad republicana de Valencia, recupera la memoria de esos años a través de sus imágenes. En los archivos institucionales y particulares de cronistas y fotoperiodistas, como Lázaro Bayarri, Barberá Massip, José Huguet y José Aleixandre, duermen todavía materiales gráficos desconocidos por los investigadores y por el público que ahora se recuperan, al menos en parte.

El libro intenta dar una visión general de la Valencia de la República, cuando la escultura de la Alegoría de la República presidía el hemiciclo, de los cambios y transformaciones urbanísticas, de los hechos relevantes, de las personalidades de la vida cultural y social. Un periodo todavía incompleto en el que queda mucho por investigar, señala la concejala de Cultura, Glòria Tello. Los años 30 suponen para Valencia una transformación orientada a convertirla en una moderna y gran ciudad.

En los inicios del siglo XX se crea una nueva centralidad urbana en el solar que surge tras el derribo del convento de San Francisco, donde se creará la plaza Emilio Castelar (actual plaza del Ayuntamiento), diseñada por Goerlich, y en cuyo entorno se construirá la Casa de la Ciudad, la Estación del Norte, Correos y un animado barrio de teatros, cafés y cines (el actual paseo de Russafa y alrededores) que podría considerarse el Broadway valenciano de la época.

La ciudad crece y comienza a construirse un nuevo Ensanche al otro lado de la Gran Vía del Marqués del Turia y también se desarrollan Russafa, el Botànic, la Roqueta y Arrancapins cuyos edificios se proyectan según los nuevos lenguajes arquitectónicos del racionalismo y el art decó.

La Finca Roja, el Rialto, el Hotel Londres y el Club Náutico son algunos de los edificios destacados de esta época en la que la ciudad está en expansión „pasó de 321.000 a 452.000 habitantes en una década„y los nuevos avances con el hormigón armado y el hierro permiten que los edificios ganen altura.

Cada cambio de régimen suele suponer modificaciones en el callejero. Con el Gobierno de la República la avenida Victoria Eugenia (actual Regne de València) se pasó a denominar 14 de Abril. La plaza de la Reina se cambió por plaza de la Región Valenciana.

En los años 30, Valencia dio el paso a la modernidad. En la ciudad proliferan las galerías de arte, los teatros (llegó a haber 15), los cineclubs „que con medio centenar de salas competían directamente con los teatros„, la música, el jazz, la radio, los zepelines, los autogiros, las productoras cinematográficas y una arquitectura con ecos de rascacielos.

La aparición de una burguesía ilustrada y unos profesionales formados, muchos de ellos víctimas de la represión y el exilio más tarde, aportaron a la ciudad una rica vida social y cultural. Las clases obreras se organizan en ateneos, clubs e instituciones que enriquecen y dinamizan la vida cotidiana. También para las mujeres será un periodo apasionante en la lucha por la emancipación, la aprobación del divorcio, el voto femenino y el acceso a la universidad y la cultura.

El fenómeno del deporte de masas llega a Valencia, donde la playa es lugar de encuentro durante el verano con la Piscina de las Arenas, obra de Gutiérrez Soto (1933) como espacio para la celebración de fiestas y eventos deportivos.

Manuel Ballester, Josep Renau, Tonico Ballester, Enric Climent, Vicent Beltrán, Ricard Roso, Enric Cuñat y Ricard Boix fueron artistas destacados de la época. María Ros y Lucrecia Bori destacaron en la ópera.

La literatura vive un momento de esplendor con Gil-Albert, Max Aub, Rafael Duyos y Alejando Gaos. Las fiestas tradicionales también experimenan un momento de auge durante la República cuando se creó la Asociación General Fallera y con ella se instauró la semana fallera, la cabalgata del «ninot», la «crida», la «nit del foc», la exposición del «ninot» y también el título de Belleza Fallera en línea con los certámenes de belleza que se pusieron de moda en esta época. Durante la guerra se suprimieron los actos religiosos. Los Reyes Magos como celebración fueron sustituidos por el Día del Niño. La persecución religiosa destruyó gran parte del patrimonio artístico y documental.

Entre noviembre de 1936 y octubre de 1937, València se convirtió en capital de la República. Ante el avance de las tropas de los sublevados que cercaban Madrid se decidió para mayor libertad de movimientos del Gobierno su tralado a València. La ciudad tuvo que transformarse. La Lonja y el ayuntamiento acogieron cuatro sesiones de las Cortes Generales, se habilitaron edificios para ministerios y organismos oficiales, también para residencias de oficiales y autoridades. Con el gobierno llegaron miles de funcionarios, representaciones diplomáticas, organismos y planas mayores de las organizaciones políticas y sindicales. València era un bullir de gente. Por sus calles pasearon entonces personajes como Hemingway, Dorothy Parker, Malraux, Neruda, Robert Capa, Antonio Machado o Elena Fortún.

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