Valencia tiene demasiadas fiestas como para que no se trabaje en todas ellas. Por eso, en la de Sant Antoni depende mucho el poder de convocatoria si se trata de fin de semana o no. Hoy, a mediodía, no se prevé la gran cantidad de personas, especialmente niños que, el año pasado, aprovecharon que era jornada dominical para pasar con los animales de compañía a recibir bendición, pan y «garrofetes» como muestra de cariño y fidelidad. Dos mil panecillos son los que están preparados para la ocasión.

Con todo, la jornada se convierte en una «festa de barri», que permite recordar tiempos pasados. Una festividad que, pese a tener patronazgo religioso, ha sido bien acogida por el gobierno municipal: la comisión de fiestas fue recibida, por primera vez en décadas, por el alcalde y el concejal de fiestas días atrás.

La fiesta busca, sobre todo, un lugar para institucionalizar la quema de la hoguera. Una pira realizada a base de palés y ramas de pino podadas que anoche ardió en una ubicación provisional, en la calle Ministro Luis Mayans. Justo al lado está el espacio ideal, una explanada junto al colegio Max Aub propiedad compartida por Ayuntamiento y Generalitat, donde la comisión de fiestas desearía que hubiera, además del parque proyectado, un espacio ya permanente para una tradición que recuerda el origen huertano del vecindario. Como si el capricho así lo quisiera demostrar, la hoguera ardió en un cruce donde hay tanto bloques grandes de viviendas como una alquería, increíble superviviente del pasado. Una procesión de antorchas, música y bailes tradicionales acompañaron el instante ritual, el primer fuego del calendario festivo, que prendió con el fuego de las antorchas de los miembros de la asociación y del concejal de fiestas, Pere Fuset.

La jornada de hoy comenzará con una una eucaristía en la iglesia dedicada al patrón de los animales para, a mediodía, empezar el desfile y bendición. Los primeros serán los animales domésticos. Hasta cinco sacerdotes, incluyendo el párroco Santiago Muñoz Sanahuja, serán los encargados de impartir la bendición al paso de animales y dueños. En este caso siempre existe la particular curiosidad por conocer el animal de compañía más curioso.

El acto es presidido por las falleras mayores de Valencia, precedidas por la guardia municipal a caballo. A partir de ahí llegan las fuerzas de seguridad, que presentan como novedad este año la presencia de las unidades de la Guardia Civil a caballo. En ese momento, el desfile vira hacia un acontecimiento con mucho sabor rural, en el que los carros de labranza pasan por delante de la tribuna. El traslado hasta el «cap i casal» se convierte, en no pocos casos, en una auténtica peregrinación nocturna hasta llegar a la la calle Sagunt. Las hípicas también tomarán parte con amazonas, jinetes y cabalgaduras en un desfile espectacular.