Tres décadas después de que el bosque de la Devesa y la Albufera fueran declarados parque natural por sus ecosistemas únicos, la recuperación ambiental de esta enclave sigue sin culminarse. La presión social y ciudadana salvó el monte de la Devesa de un agresivo proyecto urbanístico de la época del desarrollismo, pero aun siguen abiertos muchos frentes, entre ellos, el hotel Sidi y las torres de apartamentos y urbanizaciones como la Casbah, que pese a estar declaradas fuera de ordenación desde 1989 siguen en pleno uso y siendo objeto de millonarias transacciones de compra-venta.

En las últimas décadas se han invertido millones de euros en recuperar el parque y quitar hormigón. En 1997, el Ministerio de Medio Ambiente empezó a derribar el paseo marítimo elevado „del que el muro de la Casbah es uno de los últimos resquicios„ y su aparcamiento para miles de vehículos. Los trabajos se iniciaron con un presupuesto de más de nueve millones de euros y permitieron ganar entre 10 y 20 metros de playa que quedó integrada, además, mediante un cordón de dunas regeneradas con la vegetación autóctona del parque natural de l'Albufera. Dos años después, el ayuntamiento, que decidió cerrar el camping municipal del Saler y desmantelar las instalaciones «de obra dura», actuación que todavía está por completar. Además, el ayuntamiento trasladó el colegio Sebastián Burgos y derribó el polideportivo del Saler, si bien su regeneración ambiental „en la que se han invertido importantes sumas de dinero procedente de fondos europeos„ sigue pendiente.

El ministerio recuperó los terrenos de la antigua fábrica Plexi y los devolvió al parque, donde pese a todo sigue habiendo anomalías, como la venta de toros de la Diputación o el campo de golf y de fútbol en pleno cordón dunar del Parador Nacional de Turismo.