El párroco de San Nicolás, Antonio Corbí, señaló durante el anuncio de esta nueva restauración que «nos habría gustado celebrarlo con un volteo de campana». Se refirió de este modo a la prohibición del ayuntamiento de que suenen las campanas hasta que se tomen medidas para la reducción del volumen del sonido. El párroco añadió: «no faltará la disposición para llegar a un entendimiento». Posteriormente, a preguntas de los periodistas, apuntó: «por nuestra parte haremos todo por llegar a un acuerdo. Lo único que hemos recibido es el requerimiento de prohibición. Esperamos que llegue una palabra de diálogo». Corbí comentó que «las campanas no hacen ruido, forman parte del patrimonio sonoro». Asimismo, aseguró que los técnicos están estudiando la situación, e hizo hincapié en que las quejas fueron presentadas «por un solo vecino».

Ayer el alcalde, Joan Ribó, insistió en la necesidad de abrir un diálogo para rebajar el sonido de las campanas «en toda la ciudad», incluidas las del ayuntamiento si no cumplen con los límites de sonido establecidos en la ley.

Ribó: «Reducir el volumen»

La obligación de actuar cuando no se cumple la normativa, pero repitió que hay formas de rebajar el sonido. «Las campanas son estupendas», dijo Ribó, que recordó que sólo están exentas de cumplir la norma aquellas que están declaradas Bien de Interés Cultural (BIC), situación en la que solo se encontraría el Micalet. El alcalde llegó a considerar ayer la posibilidad de reducir el volumen de las campanas de las iglesias y edificios de la ciudad. «Es una opción interesante» y apostaba por alcanzar un volumen de contaminación acústica que «cumpla la normativa». Ribó realizaba estas declaraciones en el transcurso de una rueda de prensa sobre el grado de ejecución de los presupuestos, en la que destacaba la importancia de reducir los decibelios hasta «55 o 65». Se debe «cumplir» una normativa sobre la que «igual hace falta cambiar algunas cosas». «Pero mientras no la cambiemos, hay que cumplirla», destacaba Ribó.