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Novedades Casino

Amor por la cultura del papel

En Novedades Casino hay antiguas fotos de la ciudad y cartelería de sus fiestas, libros, sellos, discos de música o hasta cajas de cerillas

Amor por la cultura del papel

El rótulo de diseño vintage de la tienda situada en el número 48 de la calle Bolsería da una pista al visitante sobre lo que podrá encontrar dentro. Sí, la cosa va de antigüedades. Pero no para el coleccionista curtido en mil y una búsquedas de gusto refinado. Novedades Casino recoge eso, objetos novedosos que su dueño, Pablo, va encontrando para luego ofrecerlos a público general y no experto. Carteles, fotografías, discos o libros que pueden llevarse a casa como un pequeño tesoro, dado su valor artístico o histórico.

En la tienda uno igual puede encontrar un bello cartel de la coronación de la Virgen de 1923, que de futbolistas de los 60, o cajellitas antiguas de cerillas. Llama la atención en las vitrinas un sello del Mundial de 1982 fabricado en el Congo en el que aparece el estadio de Mestalla, o fotos en blanco y negro que retratan lo que fueron momentos familiares de lo más cotidianos.

El gerente, Pablo Casino, que es fotógrafo de profesión, cuenta que estuvo viviendo en Bruselas, y que entonces empezó en la distancia «a valorar más lo propio, Valencia». Ya entonces disfrutaba buscando y coleccionando fotografías y libros, esa «enfermedad» romántica, por lo que la idea del negocio no fue más que una evolución natural, el paso a poner a disposición de otra gente esa pasión por «el papel».

Esta tienda que en breve cumplirá un año ofrece eso, objetos , recuerdos palpables, en una era, la digital, en la que todo se almacena en discos duros. «Lo material siempre permanecerá. Los libros electrónicos son muy buenos porque pueden tener en ellos muchas obras, pero el libro, el objeto, sobrevivirá porque tiene una razón de ser».

Cuenta Pablo que su labor es «encontrar aquello que tiene sentido para mí», es decir, encontrar aquello que entiende que tiene un valor interesante, hacer de filtro para el público. «Hay un montón de cosas que no están puestas en valor, y aquí se ofrecen al público no entendido», cuenta, mientras señala en cambio que «el coleccionista sonríe con condescendencia» al ver los objetos. Pero ese es su objetivo, vender objetos interesantes a vecinos y también a turistas, que pueden llevarse un recuerdo diferente de la ciudad, que no sea un imán para la nevera u otro souvenir. Explica que ha acertado con su apuesta por estos dos públicos, y que están al 50%, ya que el turista que entra busca llevarse a casa otra visión de la ciudad.

Hay productos para todos los bolsillos, desde carteles por 400 euros a objetos de 10 ó 15. Para su pesar, reconoce que ha venido algún cartel que le ha «solucionado el mes», pero que le gustaba tanto que no le hubiese molestado mantenerlo.

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