Después de la expectación que había despertado el enfrentamiento dialéctico entre el alcalde de València, Joan Ribó, y su socia de gobierno, la portavoz socialista y primer teniente de alcalde, Sandra Gómez, la reunión de ayer se presentaba como un pulso entre ambos. De ahí que tanto pere Fuset, portavoz de Compromís (el alcalde no compareció) como Sandra Gómez se esforzaran por trasladar a los medios de comunicación una sensación de victoria. No tanto el portavoz de València en Comú, Jordi Peris, también discrepante de la medida pero más discreto en las apreciaciones.
Aunque hablar de triunfo de uno sobre otro sería ir demasiado lejos, todo parece indicar que el acuerdo alcanzado ayer está mas cerca de las posiciones del Grupo Socialista y de València en Comú, que más allá de la medida en sí misma, se habían quejado de la falta de diálogo con los socios de gobierno y habían pedido medidas alternativas antes de aplicar esta. En definitiva, aplazamiento y diálogo, que es lo pactado ayer.
Pero también es verdad que Compromís ha conseguido un aplazamiento discreto, de apenas 20 o 25 días, y que algunas de las medidas alternativas ya están en su cartera de trabajo, concretamente el aumento de las líneas de autobús nocturno o los conciertos con los aparcamientos públicos.
Puede decirse, por tanto, que ambas partes tienen argumentos para aparecer indemnes, de momento, ante la opinión pública. El resultado real se verá después. El triunfo o la derrota será en diferido, y también ahí los socios de Compromís seguirán teniendo la sartén por el mango. Joan Ribó sólo podrá disimular su «paso atrás» si en estos 20 días tiene medidas alternativas, porque si no es así, tendrá que seguir aplazando la prohibición de aparcar en el carril bus hasta que PSPV y València en Comú le den su bendición.
Ribó y Grezzi, que probablemente han volcado todas sus energías en la parcela de movilidad, tendrán que entender que no gobiernan solos.
