«Sinceramente, me identifico más con un Jesús vivo y sus enseñanzas que con el sacrificado en la cruz». Pero Aurelio Martínez tenía que dedicarse al Cristo del Grao, al Negret, que no sólo está crucificado, sino muerto sin vuelta atrás, que eso también lo explicó en un pregón que se convirtió en un magisterio sobre el papel de la cruz en la iconografía cristiana.

El presidente de la Autoridad Portuaria salió bien del dilema: «las personas somos polifacéticas, no estamos siempre con el mismo humor. Ni siquiera pensamos igual con el paso de los años. Y en contextos adversos, cuando las cosas se nos complican y lo vemos todo oscuro, siempre nos reconforta acercarnos al Cristo de la Pasión, a nuestro Cristo del Grao, y buscar en él el consuelo y la tranquilidad de espíritu que el día a día nos arrebata. O, como diría José Aguirre, ´als teus fills no desampares, Santísim Cristo del Grau´».

Y así se dieron por inauguradas las fiestas del Negret, el patrón del barrio, que tendrá que esperar a que sus días grandes lleguen el 1 de mayo, con la clásica llegada al puerto desde las aguas del Mediterráneo y el 3 de mayo, el día de la Santa Cruz y de él mismo. Cristo y Cruz, que marchan cogidos de la mano en la historia de tan peculiar advocación y que será el día en el que procesionará por las mismas calles que, hace bien poco, acogió a la Dolorosa y los cristos de la Semana Santa Marinera.

De momento, la noche ya permite ver, a la entrada del puerto, iluminados, sus dos símbolos: la escalera y la cruz, que acompañarán el día a día del barrio hasta el final de unas fiestas muy especiales para la gente del Grau. Por el valor de la talla original, esa que se salvó en la Guerra Civil y por los especiales acontecimientos de su hallazgo y el pleito por su titularidad con Russafa, resuelto por mor de las mareas, que llevaron la imagen a las costas de la antigua vilanova del Grau. Sigue el tiempo de pasión junto al mar.