El pasado viernes 21 de abril, en el Colegio Mayor Rector Peset, Aulas de la Tercera Edad, organizó la lectura de la tesis «La soledad de las mujeres mayores que viven solas», de Mónica Donio Bellegarde. A partir de una muestra de 267 mujeres de entre 70 y 90 años que viven en la ciudad de València y que son usuarias del servicio de teleasistencia de Atenzi, la doctora Donio Bellegarde ha identificado la prevalencia del sentimiento de soledad y los factores que influyen en el mismo.

De la tesis se desprenden muchos datos, ya que a las participantes en la investigación se les preguntó sobre su salud percibida, el apoyo social, el sentimiento de soledad y la satisfacción de la vida. Entre los principales resultados se encuentra que sólo un tercio de la muestra (33.7 %) no tenía sentimientos de soledad; o lo que es lo mismo, se encontró presencia de soledad moderada en un 57.3 % de la muestra y soledad grave o muy grave en un 9.1 % de la muestra. Esto nos alerta de un problema social importante, más si tenemos en cuenta que existen relaciones directas entre la soledad y problemas de salud física, emocional y cognitiva.

La soledad es uno de los problemas más habituales entre las personas mayores en nuestro país. Intuimos algunos factores que pueden explicar esa situación, como la pérdida de vínculos sociales y familiares, dificultades físicas y/o cognitivas que nos pueden aislar, dificultades en la adaptación de las viviendas, ineficiencia de servicios comunitarios o dificultades en las políticas sociales de atención a las personas mayores, pero disponemos de pocos datos en profundidad (Federación de Pensionistas y jubilados CC.OO, 2014).

A más longevidad, más soledad

Según la Encuesta Continuada de Hogares del 2015, el 22.4 % de los españoles de 65 años o más viven solos en viviendas familiares. A mayor edad, mayor probabilidad de encontrarse en esta situación: el porcentaje de mayores que viven solos aumenta hasta el 32.4 % a partir de los 85 años.

El problema es mayor si estudiamos el caso de las mujeres, que al ser más longevas tienen 2.4 veces más probabilidad de vivir solas que los hombres (Carrascosa y Sancho, 2012) y durante más tiempo. Si estudiamos el grupo de mujeres mayores de 85 años nos encontramos con que el 40.9 % viven solas, frente al 21.4 % de los varones de la misma edad (Carrascosa y Sancho, 2012). En el caso de los hombres es más habitual que acaben viviendo con los hijos o que vuelvan a emparejarse.

Esta tendencia también se da en el resto de Europa; según el Parlamento Europeo las mujeres que viven solas en distintos países de la Unión Europea han pasado de un 14,2 % de la población femenina total en 2010 a un 18,4 % en 2013. Si interpretamos el dato desde otra perspectiva, la cifra preocupa más, ya que del total de mujeres solas que viven en Europa, casi el 57 % son mayores de 65 años, es decir, más de 19 millones. Es por tanto, un problema a tomar en consideración, teniendo en cuenta el continuo aumento de la población mayor y de su longevidad.