Los vecinos y los comerciantes del centro histórico lo tienen claro: antes que una hipotética reforma de la calle Colón al estilo de la Gran Vía de Madrid -que se reservará al tráfico de residentes- y será más peatonal-, València necesita una buena red de transporte público que dé servicio a la ciudadanía y la reforma de las cinco plazas más emblemáticas de Ciutat Vella: Ayuntamiento, Brujas, Mercat, Reina y San Agustín. Antes de conseguir estos objetivos, plantear cualquier otra opción es «ciencia ficción».

Lo cierto es que el Ayuntamiento de València ni siquiera tiene sobre la mesa una posible reforma de la calle Colón, aunque el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de València de 2013 marcaba como horizonte futuro darle un carácter más peatonal a esta céntrica arteria comercial. Para María José Broseta, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de València, considera que la remodelación de una calle tan importante como Colón «no se puede ver como una cuestión aislada, sino que debe ir acompañada un profundo estudio del entorno». «Necesitamos visiones globales para la ciudad, no proyectos concretos. Una cuestión así podría trasladar los problemas de una calle al resto», asegura.

Broseta, además, explica que la Gran Vía de Madrid no es comparable a la calle Colón, por lo que no se puede trasladar una idea que funcione en la arteria madrileña a la valenciana. «Hay que ser conscientes de qué movilidad queremos para la ciudad antes de plantear parches. Lo prioritario antes de plantear nuevos debates es tener una red de autobuses potente y que cubra todas las necesidades», insiste.

La presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos asegura que su modelo es el de «priorizar los desplazamientos peatonales en la ciudad», pero alerta de que, si no se hace correctamente, puede acabar pervirtiendo el sentido de las medidas. «En València tenemos demasiados ejemplos en los que las peatonalizaciones han sido más que discutibles por la pérdida del espacio público y porque se han convertido en una carrera de obstáculos para el viandante. No queremos que las mesas y las sillas ocupen el lugar de los peatones, como pasó en Juan de Austria, el Paseo de Russafa, el de Ribera o incluso ahora en María Cristina y la plaza del Mercat».

Por lo tanto, Broseta considera que València ha de apostar por un modelo de preferencia peatonal, «pero no improvisadas y con estudios rigurosos antes de llevar a cabo las medidas».

Por su parte, la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico de València considera que hablar de una reforma de Colón ahora «es ciencia ficción». «Para comenzar Madrid tiene una conectividad que no tiene València, con un metro que llega a todo el centro histórico y que nuestra ciudad ya sabemos que no va a tener. Por lo tanto, antes de llegar a plantearnos estos supuestos, deberíamos tener un transporte público bueno», explica Julia Martínez, gerente de la entidad.

La representante de los comerciantes cree que València no puede plantearse cuestiones como la de Colón «hasta que no resuelva la reforma de las cinco grandes plazas del centro: Ayuntamiento, Brujas, Mercat, Reina y San Agustín». «Son plazas que, una vez remodeladas, darán mucha personalidad a la ciudad y que deben ir acompañadas de la reforma de las líneas de la EMT, por lo que es necesario dar todos estos pasos antes que plantearse lo de Colón», asegura.

Julia Martínez también exige al ayuntamiento la reforma pendiente de varias calles de l´Eixample, comenzando por Isabel La Católica, Sorní y Grabador Esteve, y más adelante Cirilo Amorós. «El comercio es igual a accesibilidad, si no garantizamos que los clientes pueden venir, no funcionará ningún modelo», advierte.