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Nueva etapa

El Náutico de València, a la caza de megayates de lujo

Una de las más grandes instalaciones que dejó en precario el estallido de la burbuja económica inicia una nueva etapa

El Náutico de València, a la caza de megayates de lujo

Puede que sea, además, de los equipamientos menos conocidos de cuantos se realizaron en la época de incontenible prosperidad. Pero, a la vez, es de los más grandes en extensión y envergadura. Las aventuras náuticas de la ciudad se recuerdan por las bases de los sindicatos que todavía languidecen en el puerto. Pero al abrigo de aquella fiebre también se construyó un gigantesco puerto como prolongación del Real Club Náutico.

Una marina destinada a albergar a los yates más grandes y lujosos, con un Muelle de Honor destinado a lo mejor de lo mejor y otros menores, pero no menos impresionantes, para los siguientes en la escala. Hasta un simple viaje con el satélite del Maps pone en evidencia el contraste entre esos barcos y los que se arraciman en los amarres convencionales del club.

Aquella aventura salió mal. La constructora Cyes invirtió casi 90 millones en mover tierras y construir un enorme pantalán y un aparcamiento cubierto, junto todo tipo de infraestructuras. Creó una filial para su gestión que acabó naufragando en el concurso de acreedores. Se convirtió en un lastre para el consorcio bancario.

La semana pasada se firmó la nueva concesión: los gestores de las marinas de Puerto Portals y Formentera serán los que se encargarán de reflotar lo que, en su momento, se definió como «la mayor y más avanzada base de megayates del Mediterráneo Occidental» y que, en su momento, proyectó no sólo los amarres, sino equipamientos y construcciones de lujo.

La pregunta sería «¿y ahora qué?». Hay que decir, en todo caso, que la instalación, al contrario que otros megaproyectos, no estaba abandonado. Yates han entrado y han pagado sus amarres, cuyos pagos han ido a parar a amortizar el concurso de acreedores.

La instalación tiene su deterioro, propio de no haber tenido en estos años una gestión eficiente. Es lo que ahora se espera: aprovechar la experiencia de la nueva concesionaria en el campo de los yates de gama alta para poder hacer rentable la instalación, en unas aguas que están ahora mismo saturadas de oferta. En el año 2013, y cuando ya los problemas económicos ahogaban los pantalanes, por allí fondeó el Halcón Maltés, el considerado mejor yate de recreo del mundo. El yate de los cien millones.

La adjudicación a los gestores de puertos baleares era la apuesta del presidente del RCNV, Julián Vico, bajo una premisa: no pueden fracasar. Se apela a su experiencia en estos menesteres. El Náutico, a su vez, se quitará de encima el lastre de pagos en tasas y gastos que tenía que afrontar anualmente.

¿Qué tipo de barco debería venir? Esa será una de las cuestiones que decidirá la nueva gestora. Pensado para megayates, después se bajó la pretensión, ampliándose el concepto a barcos de gran eslora. Como poder, puede hasta bajar aún más el tipo de embarcación. Lo importante, dicen los que saben, es que los 236 amarres pueden tener salida.

El parque náutico en el Mediterráneo es amplio casi cada barco tiene su historia: desde el que atraque para realizar labores de mantenimiento como el que quede fondeado de forma casi permanente, al que apenas pase unas horas, al que adquiera el amarre en propiedad.

Precisamente, la búsqueda de clientes marcará el éxito o el fracaso de los nuevos gestores y, por ende, de la megainstalación. Será decisión de ellos si, aparte de las mejoras por el deterioro sufrido, se acomete alguna construcción nueva, como aquel complejo de lujo de diez mil metros cuadrados, con locales comerciales y de ocio y piscina que se prometía en el proyecto inicial. Empieza el reto de reflotar el gigante.

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