El Jardí del Túria es una de las joyas de la corona de València. Una inmensa lengua verde de más de 7 kilómetros que los disfrutan a diario miles de valencianos. Es el parque urbano más grande de España y su gran extensión permite descubrir en cada paseo un rincón en el que perderse, un lugar en el que detenerse es un lujo para los sentidos. Y entre las decenas de pequeños hallazgos destaca un conjunto de pequeñas palmeras, que crecen de la tierra con un pequeño tronco que conforme gana altura crece en amplitud. Se las conoce como palmeras molino de viento por su curioso aspecto y son todo un desafío al equilibrio.
Este conjunto de quince palmeras denominadas «excelsa» o «Trachycarpus fortunei» se encuentran en el tramo VIII del Jardí del Túria, muy cerca de las ruinas romanas y entre dos de los monumentos más importantes de la ciudad: a un lado el Palacio del Temple y al otro de San Pío V. Según explica el ayuntamiento en este tramo del antiguo cauce permanecen las plantaciones de las campañas ciudadanas del día del árbol. «Un paisaje producto de la aleatoriedad de la disposición vegetal junto a sinuosos recorridos para caminar», señala la memoria. Lo cierto es que este tipo de palmeras, también conocidas como palmera china de abanico, es originaria de Asia oriental y meridional, y en España se suele encontrar en el Mediterráneo.
Pero el Jardí del Túria también está salpicado de rincones que desentonan completamente con su entorno, normalmente por su estado de degradación. Así, en el tramo II, muy cerca de la olvidada Casa del Agua (que ya fue triste protagonista de esta sección), encontramos un kiosko completamente saqueado y calcinado, ya que fue víctima de un incendio. Y aunque han pasado muchos meses desde que se produzco el ataque, la instalación continúa sin adecentarse y sin repararse, rompiendo la magia del entorno.
