La rocambolesca historia de doña Josefa Inés Paulín de la Peña, Condesa de Ripalda, incluyó, en el seno de «la familia extensa», tal como la definió la investigadora Pilar Martínez Olmos, un epílogo de película.

Ella murió y acabó enterrada en un pequeño cementerio de París en un rincón del panteón de sus suegros, los señores de Case, nobles británicos y casi suegros en sus primeras nupcias, y acompañada por su hermana, casi tan desafortunada, o todo lo contrario, como ella.

La quinta que la familia disfrutaba en Alfafar cuando dejaban la Corte para descansar en tierras valencianas acabó siendo ocupada, a ratos, por Edgar Neville Romrée, IV Conde de Berlanga de Duero, descendiente del primer marido de Josefa Inés, diplomático, escritor, autor de teatro, director de cine, pintor y, de acuerdo al relato de la investigadora, severo juerguista.

«Edgar Neville disfrutó una quinta de mucho recreo», explicó Martínez para regocijo del público que abarrotaba ayer el salón de actos del magnífico edificio que la Real Sociedad Valenciana de Agricultura y Deportes gestiona en la calle de la Paz. «Era una quinta de mucho voy vengo», siguió la experta, «pero parece que nadie pagaba nada. Pero nada de nada, porque al final, a través de un convenio, el Ayuntamiento de Alfafar se quedó con el palacio para cubrir las deudas».

Juan Ramón Adsuara, alcalde de Alfafar y sentado en primera fila, confirmó que el magnífico lienzo "La jura de Santa Gadea" de 3,60 metros por 3,60 metros, según detalló Paco Gascó, del pintor cubano Arturo Menocal, es hoy accesible a cualquier vecino interesado porque su despacho está abierto, siempre. «El cuadro estaba en la escalera de honor de la quinta», siguió Gascó, evidentemente impresionado por la calidad del lienzo.

El palacio de la condesa, que se levantaba en la margen izquierda del antiguo cauce del Turia donde hoy se alza el edificio conocido como La Pagoda, sin embargo, fue ubicado en su auténtica calidad arquitectónica.

Julio Monreal, director de Levante-EMV, maestro de ceremonias del evento, dio pie. «¿Es cierto que sólo la primera planta del palacio era como debería ser?» «Correcto, la segunda planta era pura mampostería», dijo Martínez, «entonces se hacían así los castillos, de factura barata».

El apeadero de Alfafar

Algo más se pagó por el mobiliario de la residencia de verano. «Llegaron 14 vagones al apeadero de Alfafar y, entre todos ellos, uno de primera clase, que ocupaba Carlos, hijo de la condesa, que fue a la exposición universal de París a comprar los muebles», apuntó Arturo Cervellera, el tercer miembro de Verum Valentia, el equipo de investigadores que ha buceado en la historia de la Condesa de Ripalda hasta localizar su tumba en un pequeño cementerio de París.

Martínez trasladó la emoción del periplo que culminó la investigación de Verum Valentia. En París hay 22 cementerios, explicó Martínez. «No fue fácil, en francés no se puede encontrar un apellido con eñe, Peña, y no hay un censo que se pueda consultar por Internet».

De alguna manera, la búsqueda quedó restringida a cuatro cementerios, «dos grandes y dos chiquitos». Y en el segundo, chiquito, pasito a pasito, los investigadores toparon con la tumba de Josefa Inés Paulín de la Peña. «Pilar estaba llorando antes de entrar en el cementerio», recordó su colega Cervellera. Pero de emoción, de lágrimas bonitas. «Fue culminar el trabajo, como tocar el resultado de meses de investigación», relató Martínez Olmos en uno de los momentos más emotivos de la velada.

Casada con 15 años. Entregada. Madre de cinco hijos con Antonio María Romreé Cebrián, noble de origen tan belga como español, enterró a tres de ellos, Luego enterró a su primer marido para casarse con José Joaquín Agulló Ramón, Barón de Tamarit, Marqués de Campo Salinas y VI Conde de Ripalda, muchos de sus descendientes la sintieron presente ayer gracias al relato de los investigadores.

El icónico palacio de Ripalda tuvo al menos dos réplicas, en Albaida y Xàbia. Tan de mampostería como el original. Pero la pobre Condesa es un personaje irrepetible, como su azarosa muerte en París.