Todos ellos «fueron portada» en ocasiones durante los ocho lustros que duró la transición. Aunque en el libro que recoge unos capítulos dedicados a los políticos valencianos de ese período, echamos en falta tres personajes. Dos de ellos, porque no llenaron mandato completo; Fernando Martínez Castellano, primer Alcalde de València por elección, que apenas permaneció en el cargo unos meses; y lo mismo Clementina Ródenas, que ocupó el puesto tras la dimisión de su predecesor y no ganó las siguientes elecciones. El tercero es el autor del libro -»Hombres de la Transición»-, Fernando Millán Sánchez, profesor que a partir de 1.979 y hasta 1.995 fue concejal, teniente de alcalde y diputado provincial.

Por capítulos, se incluye -por orden cronológico- a los miembros de UCD: Emilio Attard Alonso, procedente de la Democracia Cristiana y titular de la comisión que elaboró la Constitución. Joaquín Muñoz Peirats, que ganó un puesto en el Consejo de Europa. Fernando Abril Martorell, ingeniero agrónomo que en Segovia fue delegado de Agricultura, Presidente de la Diputación Provincial y de allí ocupó después el Ministerio de su especialidad y la vicepresidencia del Gobierno con Adolfo Suárez. Y Manuel Broseta Pont, que en 1.980 fue Secretario de Estado para las Autonomías, volvió a su cátedra de la Universidad y en 1.992 fue asesinado por ETA en el Paseo de Blasco Ibáñez cuando se dirigía a su Facultad.

Entre los destacados del Partido Socialista está Joaquín Ruiz Mendoza, que ocupó todas las listas socialistas en el Senado y falleció 2003. Manuel del Hierro, tras muchas vicisitudes, adscrito al CDS, formó parte del grupo mixto municipal de València. José Luis Albiñana pasó a la historia como primer presidente de la Preautonomía. Juan Pastor, que tras carias vicisitudes tuvo una permanencia efímera.

Ya en el campo del Partido Comunista, el libro destaca a Antonio Palomares, que con catorce años ya conocía el exilio; militó en el Partido Comunista y terminó con su esposa regentando su restaurante, «Le piano Vert» y siguió su vida.

Ya entramos en las primeras elecciones municipales en las que la lista más votada fue la de UCD, pero sin mayoría absoluta; y el partido Comunista, encabezada su lista por Pedro Zamora, dio sus votos a los socialistas, y entró en la Alcaldía el ya citado Martínez Castellano, que pronto fue sustituído.

Los siguientes pasos en València -Ciudad, provincia y región- fueron pronto para los socialistas. Juan Lerma Blasco accedía sin gran rivalidad a la Presidencia de la Generalitat, teniendo unos mandatos indiscutibles, marcando la vertebración del territorio valenciano y una consolidación de la economía regional. Por su parte, Antonio García Miralles accedía por el PSOE a la presidencia de las Corts, y Antonio Asunción, anterior alcalde de Manises, fue Presidente de la Diputación Provincial luego ocupó una cartera ministerial. Aparece a continuación la figura de Ricardo Pérez Casado, secretario general del Partido en la Comunitat Valenciana y que sucedió en la alcaldía de València al brevísimo Martínez Castellano. Debía ocupar la cabecera del ayuntamiento, pero finalmente presentó la dimisión y le sucedió Clementina Ródenas, que en las elecciones de 1.991 consiguió el mayor número de votos pero sin mayoría absoluta, por lo que la vara de Alcaldesa no se confirmó para todo un mandato.

Y llega, a continuación el capítulo dedicado a políticos del Partido Popular. Comienza con la figura de Martín Quirós, al que califica como «El amargo sabor de la travesía del desierto» y lo define como «carácter agresivo en lo exterior, profundamente humano en el conocimiento íntimo». Y aparece en las páginas siguientes Rita Barberá, de la que resalta el autor «sus raíces en sus antecedetes familiares» -evoca la personalidad de su padre, periodista de la primera línea durante décadas. La hija alcanzó la alcaldía, con la coalición con Unión Valenciana; fue la alcaldesa, prácticamente, un cuarto de siglo, aunque al final, incluso siendo la más votada, no consiguió en 2017 la mayoría absoluta y dejó el ayuntamiento. El libro dedica después capítulos por el Partido Popular a Eduardo Zaplana, que ocupó la Presidencia de la Generalitat -después fue temporalmente Ministro de Trabajo-, y Manuel Tarancón, conseller al que recuerda como Presidente de la Diputación.

Se cierra el libro con el capítulo dedicado a Unión Valenciana, con su Presidente, Vicente González Lizondo, que por el apoyo de su lista al PP fue primer Tienente de Alcalde y luego Presidente de las Cortes, falleciendo entonces con un motivo, según señaló su médico: «Un adiós que señala a la traición como causa de su muerte». Y cierra la relación en el libro Juan Oliver, al final del cual «le llegó el tiempo de descanso, después de tantas aventuras».