València es una ciudad donde la contaminación no es un problema, pese a que el año pasado se activó dos veces y por primera vez en la historia el protocolo municipal antipolución por superaciones diarias de partículas PM10. Según la red oficial de estaciones de medición de la calidad del aire de la Comunitat Valenciana no se superó ningún valor máximo establecido en el Real Decreto 102/2011. Sin embargo, si se toma como referencia los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud, el «cap i casal» superó en 2016 y 2017 la cifra máxima en partículas finas PM2,5, las que más impacto tienen sobre la salud de las personas. La legislación española pone el techo en 25 microgramos anuales, mientras que la OMS lo rebaja a solo 10. La red de estaciones oficiales constataron una media anual en 2016 de 10,75 ?g/m3, mientras que el año pasado se elevó la cifra a 11,91 ?g/m3.
En otro de los valores determinantes, el del dióxido de nitrógeno (gases contaminantes NO2), ninguna de las seis estaciones de medición de la ciudad superaron los límites anuales máximos oficiales, ya que se dieron de media 30 ?g/m3, cuando la ley establece 40 ?g/m3, la misma cifra que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
Ahora bien, la mínima red de estaciones oficiales están en ubicaciones acordes con la legislación europea, pero la mayoría alejadas de las calles y plazas de la ciudad, donde se mide el verdadero impacto de la contaminación. De hecho, la Conselleria de Medio Ambiente, a través del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo, ha iniciado la colocación de un centenar de sensores en vías del «cap i casal» con el objetivo de obtener «un mapa más preciso» de la contaminación atmosférica, entre ellas de los valores NO2. Estas mediciones se harán de manera trimestral.
Sin embargo, la ciudad cuenta con un nuevo colectivo denominado «València per l'Aire» que lleva más de un año trabajando en la misma dirección que la conselleria y que ya cuenta con resultados de sus mediciones, siguiendo una metodología validada y similar a la de organismos oficiales. La conclusión es rotunda: València supera el valor medio anual de NO2 con 49,8 microgramos, una cifra muy superior a los 40 ?g/m3 que permite la ley y recomienda la OMS.
València per l'Aire realizó mediciones trimestrales el año pasado en 39 puntos monitorizados de la ciudad. Treinta y tres se ubicaron en lugares habituales por los que hace vida la ciudadanía, como la plaza del Ayuntamiento, calle Xàtiva, avenida del Cid o la plaza de España, y seis junto a la red oficial, que por cierto calcaron los mismos valores que Conselleria. La gran mayoría de los otros 33 puntos superaron los niveles máximos permitidos de NO2.
València per l'Aire tiene claro el porqué de la contaminación. «Existe una relación clara entre el aumento del tráfico y el aumento de contaminación. Aunque se han dado episodios graves como la quema de la paja del arroz o las obras del Parque Central, los valores anuales de partículas PM2,5 y de NO2 demuestran que el problema no es puntual, sino que se mantiene por la intensidad de tráfico. De 2016 a 2017 la IMD aumentó un 1,7 %, una cifra que recoge las principales entradas a la ciudad y grandes vías. El aumento de la contaminación es proporcional», señala José Manuel Felisi, ingeniero químico y cabeza visible del proyecto.
El estudio del colectivo, que acaba de estrenar la web www.valenciaperlaire.org con los datos que adelanta Levante-EMV, también constata una mayor concentración de NO2 durante los meses de otoño, «ya que tradicionalmente son meses de estabilidad atmosférica, es decir, no sopla el viento y la polución es más difícil que se disperse», explica José Manuel Felisi.
València per l'Aire anuncia que está trabajando en dos nuevos estudios. Analizará la calidad del aire en 15 escuelas de la ciudad, un proyecto denominado Ecocole cuyos resultados estarán en mayo. De igual manera está preparando un informe para Colecamins, la red de rutas escolares seguras de Patraix.
