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En la Puerta de los Apóstoles

'La Buena Prensa' de venta en el Kiosco de la Catedral

En septiembre de 1931, el consistorio da por finalizada la concesión temporal e insta a la Baronesa a que proceda a su demolición y coloque unas rejas de hierro a ambos lados de la Portada de la Seo

'La Buena Prensa' de venta en el Kiosco de la Catedral

La Seo valenciana tal y como la conocemos hoy, viene del derribo, de la superposición, repristinación y rehabilitación del lugar sagrado para todos los pobladores de la ciudad. Desde los romanos que la dedicaron a la diosa Diana, los visigodos a San Salvador, los musulmanes que edificaron su principal mezquita, el Cid que fundó la Iglesia de San Pedro para los cristianos y Jaime I que la consagró a la Virgen Santísima, todos han acoplado esta gran obra a su religión y culto. A partir del siglo XIII, está dedicada a la cristiandad y aun se han ido haciendo demoliciones, reformas, ampliaciones, adecuaciones e incluso auténticas aberraciones arquitectónicas, deformando la configuración de la soberbia construcción. Como muestra de todas estas transformaciones, en agosto de 1850 durante las excavaciones para la colocación de la cañería de aguas potables, se encontró una escalera de piedra que arrancaba desde enfrente de la Puerta de los Apóstoles y descendía a una especie de Panteón en el que hallaron restos óseos y recientemente fueron descubiertos los restos humanos del antiguo Fossaret de Sent Pere a espaldas de su actual capilla.

Tres son las principales puertas del templo, la románica o del Palau, la barroca o de los Hierros y la gótica o de los Apóstoles. La Puerta de los Apóstoles es de estilo gótico con seis doseles estrechos a cada lado, entre columnas, que albergan las figuras de los doce apóstoles y en la clave, una imagen de la Virgen con el niño rodeada de ángeles músicos. Dos agujas enmarcan esta portada que está profusamente adornada de otras figuras de santos, profetas y de florituras góticas, sobre las cuales aparece un gran rosetón de 6,45 metros de diámetro con la estrella de David en la vidriera denominada «Lo Salomó». Hoy en día, tanto los Apóstoles como el rosetón son copias de los originales deteriorados por el tiempo y sustituidos a mediados del siglo XX; los originales se encuentran en el Museo Catedralicio.

Esta puerta, la más antigua de las tres, era sin duda la entrada principal de la mezquita sobre la que se edificó, nos lo confirma el hecho de que aún es, delante de ella, donde cada jueves se celebra el Tribunal de las Aguas que regulaba el uso de las acequias árabes. Hasta 1798, esta puerta al igual que la llamada de los hierros, estuvo cercada por una verja circular que se abría de día y se cerraba de noche a fin de resguardar el pórtico y el acceso a la Catedral, rodeándola por dentro un banco corrido donde se celebraban las sesiones del Tribunal de las Aguas. Tanto la reja como el banco se suprimieron al querer alinear la nueva casa de los Canónigos y por las molestias que ocasionaba para las celebraciones del Corpus Christi. A la izquierda de esa puerta está la Obra Nova o tribuna de los Canónigos, realizada en 1566; consta de dos pisos a modo de galería de columnata circular o lonja, uno techado y el de arriba sin techar, desde allí los eclesiásticos veían actos, procesiones, hacían homilías y sermones de Semana Santa y Pascua de Resurrección, se colocaban palmas adornando la galería, estableciéndose la costumbre de venderlas en la puerta de los Apóstoles el domingo de Ramos y con ella la aparición de puestos ambulantes de flores y otros motivos sacros, cuya tradición perduró a través de los años.

A finales del siglo XIX, aparece en el panorama religioso católico la necesidad de implicar a los laicos en la acción social de la Iglesia a modo de apostolado y difusión del evangelio. En 1922 se crea el A.C.A (Acción Católica) asesorada por el que después sería Primado Reig. Implicadas en esta causa las mujeres valencianas de la alta sociedad presididas por Mª Josefa Cucaló de Montull y Cubells, hija y heredera del Barón de Terrateig, provenientes de un linaje de Albaida y Xàtiva, también fue por su matrimonio con Luis Manglano Palencia Baronesa de Llaurí como normalmente se la conocía. Pese a tener ocho hijos, se dedicaba a las causas benéficas, sociales y religiosas de la ciudad, ayudando a las mujeres del paro o del sindicato de la aguja así como a las huérfanas. Desde su posición de dama noble, alentaba a las demás de su escala social a participar con ella en estos menesteres y en la calle Calatrava número 2 establecieron su sede en la denominada «Casa Bethania».

Con esta tarjeta de presentación y auspiciadas por las palabras del Arzobispo de València Prudencio Melo y Alcalde, se piden los permisos pertinentes para levantar en el exterior de la Catedral, a la derecha de la Puerta de los Apóstoles, un kiosco para la venta de «buena prensa» en el lugar que hasta entonces ocupaba un gran falso contrafuerte, cuya misión no era otra que evitar que los transeúntes orinaran en la esquina. Se establece el pago de un alquiler al ayuntamiento por la ocupación de zona pública de 1,50 pesetas diarias y de este modo, sin atender a razones estéticas o de respeto arquitectónico, el 1 de julio de 1927 se concede el permiso para su instalación, rebajando el arbitrio a 0,25 céntimos por el afán de difusión de la cultura no lucrativo. En cuanto comienza la edificación, la prensa se hace eco de la noticia y consideran el hecho como una profanación artística alegando que la plaza es muy grande para tener que pegar el Kiosco a la Catedral, perjudicando las tallas de los Apóstoles que fueron colocadas en el siglo XIV, al sobreponer la portada gótica a una puerta de estilo románico que tenía la Seo.

El proyecto contemplaba adornar el nuevo kiosco con unas agujas que le darían una falsa y grotesca armonía con el gótico existente y pese a las protestas de la Junta Provincial de Monumentos, la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos y la crítica de la prensa valenciana, el proyecto llegó a término. Para ello, se derribó el falso contrafuerte, que estaba hueco y posiblemente ya sirviera de tienda en alguna ocasión, pues encontramos una puerta al exterior comunicada con la capilla del Santísimo Sacramento, antes llamada de la Purísima; se construye una hipotenusa de hormigón armado con los anclajes en las piedras del pórtico y en la casa de los Canónigos, la fachada compuesta por un arco peraltado flanqueado por dos apuntados, todos ellos con falsas arquivoltas, por encima una albanega con la típica tracería de cuadrilóbulo y como colofón cuatro sencillas agujas góticas apuntando hacia el cielo. En opinión de la mayoría de personas que lo vieron emerger y consolidarse, parecía por el color un merengue que afeaba sobremanera el conjunto pétreo de la Catedral, amén del perjuicio a la propia portada y a los apóstoles. El habitáculo era mínimo pero les servía para sus propósitos, por los arcos laterales se accedía al mismo y en el arco central estaba el mostrador de venta.

El Kiosco pronto estuvo terminado y en él se vendían libros y revistas de corte católico, artículos para el culto e incluso se colocó un cepillo en 1929 para la construcción del nuevo templo, que nunca se llevó a cabo, de la Virgen de los Desamparados, llegando a recaudarse en él 174,45 pesetas. Para los comerciantes de los alrededores la competencia creada por algunos de los productos que se ofrecían en el citado kiosco les llevaron a exigir al consistorio que prohibiera la venta de cirios y de todo aquello para lo que no se dio la concesión; así encontramos la denuncia de Vicente Chapa Crespo realizada en 1930. Estas denuncias y el no cesar de las protestas de expertos en arte e incluso del pueblo llano en la prensa y corrillos, llevan al ayuntamiento a dar por finalizada la concesión provisional del kiosco en septiembre de 1931, dictaminando que debía ser derribado por la Baronesa de Llaurí según contemplaba el contrato, en el plazo de un mes. Ante el nulo efecto de la orden en el mes de noviembre, el alcalde dió un plazo de ocho días para que quedara completado el derribo o lo llevaría a cabo el Ayuntamiento con cargo a la Baronesa. Acuerdan así mismo que una vez derribado se preserve la esquina y se iguale con la de la izquierda colocando sendas rejas con puerta, diseñadas por el arquitecto municipal, que permanecieron allí hasta el derribo de la Casa de los Canónigos en 1970.

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