Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista

Pedro Costa Morata : "El corredor mediterráneo no es necesario, es un exceso que supondrá duplicar la red"

"Estamos en una crisis ambiental dramática y España no está bien situada para resistir", lamenta este ecologista y Premio Nacional de Medio Ambiente

Pedro Costa Morata : "El corredor mediterráneo no es necesario, es un exceso que supondrá duplicar la red"

Ingeniero , periodista, docente, político y sociólogo, pionero del ecologismo y el movimiento antinuclear y Premio Nacional de Medio Ambiente (1998). Pedro Costa Morata (Águilas, 1947) ha estado en València participando en los debates sobre el territorio del IVAMlab. Ya jubilado pero no retirado, advierte que la única solución para garantizar la supervivencia del planeta y de la Humanidad es «decrecer» y volver a la autosuficiencia.

El corredor mediterráneo es una de las grandes reivindicaciones de la Comunitat. ¿Qué opina de esta infraestructura?

Es un exceso, es no calibrar las cosas, es una infraestructura que no veo necesaria porque pertenece a una filosofía ingenieril y de economistas muy perniciosa de hacer siempre más cosas, más rápidas, más caras y más fantasiosas. Esta creencia de que si no nos movemos nos vamos a quedar en la prehistoria está haciendo mucho daño. No hace falta remontarse a la época franquista en que se tuvieron que nacionalizar autopistas porque se hicieron sin calcular afluencias. Ahora se hacen líneas de AVE, aeropuertos, como el de Murcia, acabado hace siete años y sin funcionar, y autopistas que no se usan. En un mundo cada vez más apretado y con menos posibilidades de supervivencia es una mentalidad tóxica.

¿No debemos potenciar entonces el tráfico ferroviario en detrimento del transporte por carretera?

El corredor mediterráneo no es necesario porque ya existe y supondrá duplicar la red, una para el AVE, con una vía más estrecha, y otra para mercancías, cuando muchos tramos de vías en toda España están infrautilizados, solo están saturadas las Cercanías. Estamos duplicándolo todo, somos los únicos en el mundo que tenemos un sistema ferroviario duplicado y no es porque seamos ricos es porque somos tontos. Además, ya estamos conectados con Francia desde los años 60 con un intercambiador que son diez minutos de tiempo.

No aprendemos de los errores. ¿Cuál es su receta?

Volver a la sensatez. Estamos en una crisis ambiental dramática en el mundo entero y España no está bien situada para resistir porque no tiene reservas para afrontar ese futuro. Para los años 20 y 30 de este siglo ya se anuncian cambios irreversibles. El hundimiento no es instantáneo, es un proceso. La solución es ir hacia atrás, decrecer, la economía sostenible y circular ya no es suficiente. Hay que ir hacia atrás y ordenar las cosas con sensatez. Si promueves una infraestructura cara tienes que estudiarla bien antes.

¿Seguimos en el subdesarrollo ambiental?

No hay más remedio que darse cuenta de que estamos en un mundo limitado, que no podemos seguir creciendo por muchos motivos. No hay ningún político, ni los de ahora, que no te diga que no vamos a crecer. Los economistas dicen que la tasa de ganancia decrece y esto solo es un reflejo de la realidad de que el mundo es limitado y no se puede crecer siempre. Si el PIB de un país le quitas, cosa que no hacemos, los daños ambientales, de la carreteras, te quedas con que hace cien años que no crecemos, aritméticamente. El PIB es una fantasía aritmética que no refleja la realidad. La tierra no da más de sí.

¿Pero parar el desarollo no es una utopia?

Si es que la utopía es la única realidad que nos puede asistir. Los realistas que dicen que no hay más remedio que crecer son los realmente utipistas.

Como pionero del movimiento ecologista, ¿qué balance hace de todos estos años?

En materia ambiental hemos empeorado en todo. Tenemos una democracia burguesa, del dinero, que no soluciona los problemas importantes.

En València, el movimiento ciudadano y ecologista tiene importantes tantos anotados, como la Devesa del Saler o evitar que el Jardín del Turia se convirtiera en una autopista.

Es verdad que en València empezó casi todo, porque también es un territorio que ha sufrido muchas agresiones. La Devesa fue a finales de los 60 una de las primeras conquistas ambientales, se evitó que se descuartizará y se privatizara esta espacio natural y se frenó la urbanización y que esas cuatro torres que aun hay se convirtieran en cien. La única solución es la lucha ciudadana, como está pasando en la Punta, que al final estoy convencido de que lograrán parar al puerto. El ecologista es conflictivo y no hay más remedio que convertir la reivindicación en conflicto, sobre todo político pero también judicial.

¿Cree que el hotel Sidi será finalmente derribado?

En este país es muy difícil, casi imposible, que se derriben las construcciones ilegales. Por razones judiciales y porque el sistema protege la propiedad privada. Se ha derribado alguna cosa. Con el gobierno del PP se derribó el hotel de Mas Palomas en Gran Canaria, que se construyó sobre una duna, y lo derribó Jaume Matas siendo ministro. El problema es que la ley dice que si es ilegal se derribará el promotor o infractor y si no subsidiariamente la Administración y hay podemos estar 25 años, como pasa con las torres del Saler o el Algarrobico. Los hechos consumados tienen una fuerza tremenda.

¿Tiene fe en los gobiernos del cambio y las políticas de movilidad sostenible y ciudades amables?

En las grandes ciudades no hay más remedio que ser duro con el coche, restringirlo, aunque suponga grandes protestas. El enemigo público número uno es el petroleo. Si no atacamos a esto, no es que las ciudades no sean habitables es que la atmósfera no aguantará. Podemos aliviar los problemas de las grandes ciudades, con coches eléctricos y biciletas, pero son soluciones relativas porque nos hemos salido ya de madre y hay que ir a una solución global, hay que restringir el automóvil y apostar por un sistema que no expulse a los habitantes de las ciudades para que lleguen las empresas y los turistas.

¿También hay que restringir el turismo?

Vivimos en un mundo de fenómenos exponenciales que cada año se multiplican por un porcentaje. Un aumento del 5 % anual en términos de población supone que en doce años tienes el doble de turistas. Así ha ocurrido con la población y el planeta. No hay más remedio que limitar el turismo. Hay que volver a la autosuficiencia, todo lo que podamos, sobre todo en agricultura. Parece impensable pero hay que hacerlo por la cuenta que nos trae. Tú crees que ahora se puede resolver el problema del continente de plástico que hemos generado en el Pacífico, ya es tarde para solucionar este problema. Aunque frenáramos las emisiones de CO2 ya el equilibrio termodinámico de la atmósfera tardaría cien años en recuperarse

¿Cómo sobrelleva tanto pesimismo?

Es desagradable y no nos gusta pensar ni hablar de todo esto. Al ecologista le persigue esta angustia, que a la vez es positiva porque eso nos mueve a hacer cosas, a combatir, haces lo que puedes y se te pasa un poco la neura.

Compartir el artículo

stats