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Las de entonces ya no somos las mismas

El tiempo va dejando huellas; sombras de nuestra transformación y en el espacio de un gran edificio que celebra su 75 aniversario donde empezó nuestra educación, tampoco es el mismo. El tiempo tiene un misterioso ritmo, volver al pasado es mirar la historia de muchas historias. Recordaba Fernanda Manglano los principios de este colegio de Esclavas que nació en el desaparecido palacio de los barones de Llaurí y Terrateig donde sus tías Julia y Blanca Manglano de la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús soñaban con el proyecto de fundar un colegio en Valencia durante la II República, pero no se hizo realidad hasta después de la Guerra Civil.

En Agosto de 1941, en la ciudad de Valencia había 30.000 niños sin escolarizar, por lo que la Junta Provincial de Enseñanza solicita del colegio que el 30% de sus alumnas, tuvieran una plaza gratuita. Ese mismo año recibe la autorización como Centro de Enseñanza Primaria. La Condesa de Ripalda, que ya había encargado construir el Pasaje y el castillo de Ripalda, dona un terreno contiguo a este último edificio para la construcción del actual colegio a su ahijada, la Madre Julia Manglano.

Las obras de la primera parte del edificio empiezan en 1942. En ese mismo año, el Rector de la Universitat autoriza el inicio del Bachillerato y 1943 e inaugura como colegio integral con 250 alumnas.

En 1945, el rector de la Universitat, Dr. Rodriguez Fornos, concederá el reconocimiento legal como Centro Privado de Enseñanza Media. Finalmente en 1968 se consagra la iglesia, con la entrada por el Llano del Real.

Globos de colores adornan la puerta del colegio de este 75 aniversario. En los cumpleaños siempre hay globos€ Recuerdo y realidad se entremezclan quizá, con aquel sueño que algún momento, cada una tejió ¿Dónde quedó?

En ese moderno edificio, lejos del casco antiguo, recibimos una educación y somos parte de ella. «Educar, dice Celaya, es lo mismo/ que poner un motor a una barca€/Hay que medir, pensar, equilibrar€/ y poner todo en marcha.» La educación es el valor que da sentido al ser. Pueden cambiar los tiempos, las épocas y la educación, la de entonces ya no es la misma y cualquier tiempo pasado quizá no sea mejor€ En ese colegio, el de entonces, enseñaron la importancia del conocimiento y el ser consecuente con las creencias y dice Machado: «€Seca, Dios mío de una fe sin amor la turbia fuente.»

La madre Julia Manglano tenía una cabeza privilegiada, en la actualidad, podría haber sido una empresaria de renombre, sin embargo, su hermana, la madre Blanca, era una intelectual; leía mucho, se conocía todas las obras de Blasco Ibáñez, le gustaba su literatura, pero en política, comentaba: «decía una cosa y hacía otra». Asistía a las reuniones literarias, mixtas, organizadas por la madre María Ballester y se interesaba por todo lo que hablábamos y leíamos y su opinión era siempre pensada.

La madre Carmen Urquijo, prefecta del colegio, era de Bilbao; tenía una educación exquisita que procuraba transmitir. Sabía escuchar y apelaba a la razón tanto como al sentimiento, abría surcos donde alojar la perfección.

El sentido social estaba muy inculcado en nuestras vidas, tanto es así que al conocer uno de los muchos problemas del poblado marítimo. Cuando las madres se iban a trabajar, los niños quedaban perdidos todo el día. Se habló con el párroco de la Buena Guía, Don Vicent Castelló, un sacerdote con una curiosa y gran personalidad que se volcó en la creación de una guardería. Para recaudar fondos se realizó un gran pase de modelos y rifas y se hizo realidad la guardería de la «Buena Guía».

También se abrió un dispensario en el barrio de San Bult que dirigía el Dr Aleixandre, marido de la ex alumna Elvira Baeza€ Más que palabras aprendimos actitudes para crear espacios de humanidad.

Fueron pioneras en la enseñanza de idiomas, teníamos clase de inglés que las impartía una religiosa catalana la Madre María Teresa Maristany y francés, otra religiosa con marcado acento, la Madre Carmen Sorela, eran modernas y con sentido del humor. Admirábamos la elegancia de la Madre Margarita Parellada; cuando caminaba por los largos pasillos apenas rozaba el suelo€ La matemática Josefa Aparisi que miraba asombrada cuando no entendías el problema. ¿Cómo olvidar la profesora de música la Madre Clotilde que formaba orquestas?

Nos hemos detenido en ese hoy y el pasado se abalanza sobre recuerdos casi olvidados y la pregunta «¿recuerdas€?» Se escucha por doquier en esta tarde en que se cumplen 75 años.

Pilarita Manglano a quien sus tías le dieron el número uno del colegio, en recuerdo de su padre, fue jefa de la escuela de enfermeras de Cruz Roja. María Luisa Alonso Manglano, siguiendo la tradición de sus tías entró en la Congregación y ocupó puestos importantes en varias ciudades, terminando en Valencia a cargo de las antiguas, labor que cumplió con dedicación, hasta el dia que nos dejó. Amparo Alonso Manglano con la curiosidad por el conocimiento que tienen todas las hermanas organiza desde siempre reuniones literarias.

Entre las antiguas, existió una ministra de Cultura, pero se nos fue Carmen Alborch, dejando un gran vacío. El amor a la enseñanza se hizo realidad en tres antiguas alumnas que montaron colegios; Edelweis las hermanas Casado, Alfinach las hermanas Alfonso y el Caxton College las hermanas Gil.

Las de entonces ya no somos las mismas€ fuimos un «devenir» y en ese «devenir» entre muchas está Marieta Comín pionera en organizar cáterin; un especial y triste recuerdo a María José Valero de Palma, cuyos cáterins fueron muy solicitados. Existen importantes profesionales de todo tipo como las doctoras Bas especialistas muy ponderadas en columna vertebral; cantantes famosas de ópera Eugenia Pont e Isabel Rey€. «¡Oh cuerpo sometido a la música!» exclama Yeats. La educación que nos inculcaron, baila entre la duda y la certeza; nada es seguro. Por dondequiera que vamos asoma la sabiduría y la bondad; luz del espíritu en este mundo inquieto e inquietante.

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