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Entre el olvido y el recuerdo

Los alcaldes de la València republicana

Uno de los más conocidos es Cano Coloma que salvo la imagen de la Virgen de los Desamparados y la trasladó al ayuntamiento durante la Guerra Civil

Foto oficial de despacho del alcalde Vicente Lambies en el Ajuntament de València, en 1932. levante-emv

El periodo de la València Republicana (1931-1939), tuvo un total de ocho alcaldes, compartiendo todos ellos el concepto de «la València soñada» en pos de la Libertad y el Progreso: Vicent Marco Miranda, Agustín Trigo Mezquita, Vicent Alfaro i Moreno, Vicente Lambies Grancha, Manuel Gisbert Rico, José Olmos Burgos, José Cano Coloma y Domingo Torres Maeso.

Alcaldes que son hoy recordados principalmente por curiosidades o anécdotas que están estrechamente ligadas a sus vidas y en algunos casos compartidas. Tal es el caso de Vicent Marco Miranda y Vicent Alfaro, que dejaron la militancia del U.R.A. para fundar el partido Esquerra Valenciana en 1934, con la intención de defender con mayor ahínco los intereses así como identidad del pueblo valenciano con el Estatut d'Autonomia para el País Valencià.

Agustín Trigo, inventor de la bebida Tri Naranjus, erigió en 1931 el primer monumento de la València Republicana dedicado al labrador valenciano, obra del escultor Carmelo Vicent y que todavía hoy se conserva en la Gran Vía Marqués del Turia.

Un homenaje a Blasco Ibáñez

Vicent Alfaro, dedicó su alcaldía a Blasco Ibáñez, siendo su primer deseo como alcalde viajar a Mentón (Francia), para rendirle homenaje y solicitar la repatriación de su cuerpo.

Aunque otras dos cuestiones serán las que más signifiquen la labor de Alfaro; por un lado el impulso de la reforma urbana y por otro, la en ese momento moderna visión en pos de la protección de los animales y plantas, motivo por el que la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de València le nombró Presidente Honorario en 1932.

El alcalde Lambies continuó la labor de la reforma urbana así como los preparativos del traslado del cuerpo de Blasco Ibáñez.

Y como anécdota final, y sin duda por lo que más conocido es el alcalde Cano Coloma, al salvar la imagen de la Virgen de los Desamparados en los inicios de la Guerra Civil, ante el riesgo de que pudiese ser quemada o destruida, ordenando su traslado al Ayuntamiento para su mejor custodia y donde permaneció intacta hasta 1939.

Los años 30 fueron un periodo de ilusión por la libertad, cargado de anécdotas y circunstancias muchas de las cuales permanecen vivas en nuestros días, incluso son objeto de debate. En definitiva, aquellos alcaldes, sin duda fueron conscientes del momento histórico que vivían y de la responsabilidad que ello conllevaba.

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