El popular mercado del rastro de València, situado en la avenida Aragón, se ha convertido en un punto habitual de venta de productos de alimentación, presumiblemente sustraídos muchos de ellos de los supermercados a tenor de los bajos precios a los que se ofrecen, y que escapan a todos los controles sanitarios.

Esta práctica ha llamado la atención de algunos visitantes del rastro que critican la falta de control policial y sanitario frente a este tipo de negocio. Este mercado negro de productos de alimentación donde el género se muestra en maletas y bolsas dispuestas en el suelo, incluye productos de todo tipo, incluso alimentos frescos sin refrigeración. Esta actividad clandestina se está consolidando e incluso se atienden, según ha sabido este diario, encargos de un producto concreto.

Los hurtos de productos de alimentación e higiene generan importantes pérdidas económicas a las empresas de alimentación. Parte de este género sustraído en los supermercados está acabando en puntos como el Rastro de València, donde cada semana los «profesionales» del hurto de los productos en los supermercados valencianos pueden vender lo robado sin mayores problemas, pese a la presencia policial habitual.

Según denuncian usuarios del rastro, en este mercado que se ubica los domingos junto al estadio de Mestalla (y que en breve se trasladará a un entorno mejorado en la avenida de Tarongers) se ofrecen los productos más sofisticados del supermercado a un precio tres veces inferior y así puede comprobarse en las etiquetas que exhiben muchos productos y que evidencian su procedencia de conocidas cadenas de alimentación.

Los vendedores se sitúan en el centro de los corredores de paso de los vendedores legales. En este mercado clandestino de comida puede comprarse de todo: paquetes de jamón, solomillo de ternera, queso, chocolate, aceite de oliva virgen, frutos secos, patés, cafés, turrón y todo tipo de delicatesen, que se pueden adquirir a precios muy inferiores a los del «súper».