Lejos queda la imagen del consumo de la planta del cannabis como algo natural. Y más después de que los actuales creadores de productos transgénicos comenzasen a manipular y a interferir en los ciclos naturales de la planta. Así lo han indicado esta mañana la concejala de Sanidad y Salud Maite Girau junto al jefe de servicio drogodependencia, Francisco Bueno, y Ricardo Pérez, médico del Plan Municipal de Drogodependencias.

"El mundo de la marihuana está en manos de manipuladores que alterna genomas de plantas que jamás se hubieran cruzado en la naturaleza", han asegurado. Así, "la maría más apreciada hoy en día procede de plantas transgénicas que no se generan libres en la naturaleza, sino que son productos de laboratorios".Y es que aseguran que la proporción de THC en el cultivo del cannabis ha pasado de un 5 % en los años 60 hasta un 30 % en la marihuana de los últimos años, por lo que poseen mayor toxicidad (por su capacidad de producir taquicardias intentas), así como mayor capacidad de crear adicción.

Este factor, unido a la tolerancia social ("todo el mundo consumo cannabis, es un producto natural") que deriva de la imagen "simpática" y para nada dramática de "los antiguos hippies" provoca la premura en su consumo. De hecho, Girau ha indicado que, pese a que el 80 % de la población reconoce que la marihuana produce problemas importantes, los adolescentes se inician en ella con apenas 15 años. Un consumo temprano, teniendo en cuenta que el cerebro no termina de desarrollarse hasta los 21 años y que su uso podría revertir en la presencia de secuelas a medio/largo plazo.

Campaña contra los "mitos sociales"

La concejalía, unida al servicio de drogodepencia, ha lanzado una campaña "llamativa", que "induce a consultar" (mediante la página web de la campaña -EtSona- o las redes sociales de Instagram, Twitter o Facebook) lo que es realmente el cannabis que se consume hoy en día o los efectos que puede tener, desmontando, entre otras cosas, los mitos sociales construidos entorno a la marihuana. "Lo que queremos es golpear mentes y conciencias en una sociedad hedonista que busca la satifacción como fundamento de su vida", ha señalado Bueno.

No es cierto, según cita el informe, que el THC sea un producto natural que se encuentre en la planta del cannabis, pues en su estado verde y natural no contiene el compuesto. Lo que sí tiene es su precursor; el THCA que, a diferencia del THC, no posee propiedades psicoativas. Tampoco es cierto que "todo el mundo" consuma cannabis. De hecho, en España el 94,6 % de las mujeres y el 86,3 % de los hombres de la población de entre 15 y 64 años no ha consumido cannabis durante el último año.

"Claro que pasa" si se ingiere marihuana: su uso continuado genera adicción, mala memoria, menor velocidad de respuesta, aumento de la tensión arterial, trastorno depresivo afectivo, cuadros de ansiedad, agresividad, una mayor probabilidad de sufrir cáncer de pulmón que con el tabaco y, como última consecuencia, la muerte.

La tolerancia social, aseguran, "no es producto de la casualidad, sino que responde a estrategias que vienen desarrollándose desde hace años por diferentes grupos de interés como la industria agroquímica, un "nuevo monopolio" que además fomenta el nacimiento de "clases sociales": Los "ricos" que plantan y consumen su propia "maría" y los pobres que compran la droga con todas las connotaciones que ello conlleva.

¿Cuáles son las consecuencias?

Evidentemente, "la consecuencia más directa es que los fondos de inversión ganen grandes cantidades de dinero", aseguran en el informe. En 2018, el mercado de la marihuana en Estados Unidos enriqueció a la industria con casi 11 millones de dólares. Según la estimación estadística de FORBES, de seguir la tendencia, en 2025, el beneficio ascenderá hasta los 24 millones de dólares. Una riqueza no compartida entre las naciones cultivadoras: "no salen de la pobreza".