En una calle de la ciudad de València tres personas en situación de sin hogar piden ayuda: por sus hijos, su pareja, su mascota o por ellos mismos. Unos metros más adelante, en la plaza del Ayuntamiento, miles de personas celebran ayer haber alcanzado el reto: caminar hasta 20 kilómetros para recaudar fondos con los que ayudar a quienes fijaron su casa en las calles de la ciudad. Se trata de la Magic Line, un fenómeno ideado por la Fundación social San Juan de Dios hace seis años en la ciudad de Barcelona, migrada más tarde a la capital mallorquina y que encontró ayer su hueco en el «Cap i casal».

En el momento de la inscripción los grupos participantes (integrados por mínimo cinco personas y máximo veinte) se marcaron un reto deportivo (elegir entre caminar durante 20, diez o cinco kilómetros) y otro económico: la cantidad de dinero que se proponían recoger para donar a personas sin hogar. Durante los meses previos a la celebración, los equipos han llevado a cabo acciones solidarias y de sensibilización para lograr su objetivo económico e implicar a más gente, como cafés, meriendas o almuerzos solidarios, venta de productos, rifas o eventos deportivos.

Así lo hicieron Maria José Jiménez o Celia Amor. Ambas, rodeadas de otras nueve amigas, llegaron a València desde Murcia únicamente para participar en esta caminata solidaria. «Hemos visto la ciudad desde una perspectiva distinta y además hemos contribuido a mejorar la vida de personas», reconocía María José. Y es que las once llevan varias semanas celebrando cafés y almuerzos solidarios con los que recaudar fondos para la ocasión.

En total, la entidad organizadora ha logrado recaudar un total de 15.588 euros gracias a los más de mil participantes inscritos que «luchan juntos por algo más que una simple caminata», reconoció la directora de San Juan de Dios de València, Isabel Tortajada. Mil personas que se ayer se unieron «en solidaridad» y que permitieron «visibilizar la situación de las personas sin hogar». Son ciudadanos que «están aquí, que forman parte de nuestra realidad nos guste o no. No podemos ser ajenos a esas personas que sufren», recordó Tortajada.

Y es que la directora del centro San Juan de Dios de València reconoce que la media de edad de las personas que viven en la calle ha ido envejeciendo en los últimos años, lo que supone mayores problemas de salud y nuevos retos a la hora de poder atenderles. A ello se suma que últimamente el porcentaje de personas sin hogar con problemas de salud mental se ha multiplicado. Actualmente, indica Tortajada, ya ronda el 30 %, por lo que han tenido que remodelar el sistema de atención sanitaria para asistir a las personas en situación de calle. Una realidad que revela la importancia de llevar a cabo actividades como la celebrada ayer en la ciudad. Y es que València ha sido y es capital de carreras y caminatas por causas sociales diversas. Sin embargo, no ha sido hasta la celebración de la Magic Line cuando las casi 800 personas que viven en las calles de la ciudad de València se convirtieron en el motivo de la causa. Conscientes de ello, la Universidad Popular de València consiguió reunir hasta cinco equipos de veinte personas cada una, con lo que recabaron 2.500 euros a través de actividades como mercadillos solidarios, meriendas, almuerzos, talleres de camisetas, pañuelos o de papel marmolado.

Un esfuerzo que ha permitido obtener grandes beneficios destinados, en su mayoría, al servicio de atención a personas sin hogar con el que San Juan de Dios logra atender cada año a 400 personas, constituido por el albergue situado en la calle Luz Casanova (con 52 plazas), el programa de deshabituación del alcohol y la ludopatía, el centro ocupacional, las viviendas de inclusión, el servicio de formación o el de empleo. «Al fin y al cabo, lo que intentamos es que vuelvan a ser plenos ciudadanos participantes de nuestra ciudad», reconoció ayer Tortaja.