Un nuevo estudio, sin embargo, confirmará definitivamente que el Santo Cáliz de València es el auténtico Santo Grial (al menos al 99,9 %, dado que la seguridad a ciencia en este tipo de cuestiones es harto complicada). Se trata de la primera tesis doctoral que concluye que el Santo Cáliz de València pudo ser el que se utilizó en la Última Cena, según la metodología aplicada.
La investigación ha sido realizada por la valenciana Ana Mafé, doctora en Historia del Arte por la Universitat de València (UV), quien expondrá las conclusiones del estudio el próximo miércoles 27 de febrero a las 12.00 horas en el Museo Aula Grial, muy próximo a la catedral de València. El acto contará con la asistencia de Josep Gisbert, director general de Turismo de la Comunitat Valenciana; Sandra Gómez, primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de València; Juan Miguel Díaz Rodelas, custodio celador del Santo Cáliz de València; y la investigadora Ángela Di Curzio, doctora en Historia del Arte por la Universidad de Roma.
Estudios anteriores
Ante la veracidad del Santo Cáliz, se registra admiración y escepticismo a partes iguales. Los detalles de oro, las perlas y las piedras preciosas (como esmeraldas y rubíes) que adornan el cáliz hacen recelar a quienes les resulta más que extraño que un carpintero pudiese tener en su poder una joya de tal calibre. Las investigaciones realizadas a lo largo de los años para descubrir la autenticidad del cáliz reveló, no obstante, que se trata de elementos que se fueron añadiendo con el tiempo.
Y es que la taza finamente pulida en ágata que se sitúa en la parte superior de la copa es la verdadera reliquia. El resto del cáliz fue diseñándose de tal modo que esta parte, que muestra vetas de colores cálidos cuando refracta la luz, no tuviese que ser tocada al agarrarlo. Las asas, el pie de oro y los correspondientes adornos (las joyas datan de la época medieval) se fueron añadiendo con el tiempo, según indica el estudio del profesor Beltrán.
Cómo llegó a la ciudad
Según explican los diferentes estudios, el cáliz habría salido de la ciudad de Jerusalén, lugar en el que tuvo lugar la Última Cena, a través de San Pedro (el primer Papa) quien se llevó el cáliz a Roma con el objetivo de utilizarla para la eucaristía. No obstante, para salvar el Santo Cáliz de la persecución católica originada por el emperador Valeriano en el siglo III, se decidió enviarla a Huesca. Después de haber sido trasladado por varios puntos de España en diferentes ocasiones, el cáliz llegó a València en 1416 tras la subida al trono de Alfonso el Magnánimo como pago de una deuda.
Más tarde, durante la Guerra Civil, el Santo Cáliz permaneció oculto en el pueblo de Carlet ante el miedo de un posible robo. Ahora descansa en la capilla del Santo Cáliz de la Catedral de la ciudad.