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"Cuando las mujeres fueron a trabajar, contrataron a otras que cuidaran la casa"

València acoge la presentación de la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados para reivindicar el reconocimiento de sus derechos laborales

Momento de la mesa redonda de experiencias de cuidadoras. Eduardo ripoll

Cuando naces mujer, señala la psicóloga Teresa Marabella, nos enseñan a que saber cuidar de una casa, o de un ser humano, «forma parte de nuestra esencia». Un factor que, según asegura Marabella, ha vulnerado continuamente los derechos de las mujeres relegando el trabajo de los cuidados fuera del plano laboral y, en el caso de ser considerado como un sector de trabajo más, nunca lo hizo con condiciones dignas. Ni el derecho a paro, ni las bajas por enfermedad están recogidas dentro de su marco legal.

Es por ello que las trabajadoras del hogar y los cuidados (el 90 % de ellas son mujeres migrantes) han decidido unir fuerzas a través del nacimiento de la Red Estatal de Trabajadoras del Hogar y los Cuidados para evidenciar que son «protagonistas con voz propia» en el debate sobre sus propios derechos. Este fin de semana, dado la conmemoración del Día de las trabajadoras del hogar, València ha acogido el segundo Encuentro Estatal de Empleadas del hogar y de los cuidados para visibilizar la realidad de este colectivo, que sufre una «vulneración de derechos y discriminación, especialmente cuando lo hacen en el marco de una relación laboral». «Casi siempre sin contrato, en condiciones de precariedad, las cuidadoras y trabajadoras del hogar merecen un reconocimiento público, soluciones legislativas para una salida de la precariedad y una protección laboral efectiva», indicó el alcalde de València, Joan Ribó.

El evento, organizado por la Concejalía de Cooperación al Desarrollo y Migración, tuvo lugar en el Palau de la Exposición de València en el que decenas de personas escucharon, debatieron y expresaron sus experiencias en el plano laboral. Como Diana Isabel Cruz, del Servicio Jesuita al Migrante. «Es importante señalar cómo la Ley de Extranjería nos afecta a la hora de encontrar trabajo, a la hora depoder empadronarnos en la ciudad durante al menos tres años para regularizar nuestra situación», indica Cruz.Una espada de Damocles que se suma a la tensión de que la persona a la que están cuidando (normalmente mayores de 80 años), no fallezca. «En ese caso, supone volver buscar un nuevo empleo como interna, volver a empezar de cero».

O como María Carmen Alcaide, de CC OO, quien explicó la importancia de este tipo de eventos porque, indicó, «el empoderamiento tiene un doble proceso»: el individual y el colectivo. «Para poder empoderarnos es importante que lo hagan las demás, porque somos un todo. Sobretodo las internas. La movilidad entre nosotras es esencial para poder empoderarnos». Un hecho que, reivindica Alcaide, no puede pasar sin ser visibilizadas como un colectivo más de trabajo.

«Hasta hace poco», indicó, «las trabajadoras del hogar éramos conceptuadas como mujeres, sin cultura ni educación, que solo sabíamos cuidar y limpiar. Nosotras mismas nos hemos infravalorado», apeló Alcaide. «Pero nuestro papel es fundamental en la sociedad para que funcione la economía de un país, porque cuando las mujeres salieron al mercado laboral, contrataron a otras para que cuidaran su casa», reconoció y recordó: «No somos menos que una abogada o un médico, porque todas, tanto ellas como nosotras, estamos ayudando a la sociedad».

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