Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Russafa antes del Parc Central

La fisonomía de Russafa, en origen un pueblo de huerta convertido en el barrio de moda de l'Eixample, ha cambiado radicalmente en 60 años

Russafa es uno de los barrios que mayor transformación ha sufrido y así lo refleja «La Ruzafa huertana», un trabajo de investigación del ingeniero agrícola Javier Navarro Fortuño que acaba de ver la luz. El autor repasa en el libro, con abundante material gráfico y montajes fotográficos del antes y el después, la historia de este barrio, de origen árabe, huertano y ubicado en un cruce de caminos, que poco a poco quedó absorbido por la expansión urbana y cuya evolución ha estado condicionada, y sigue, por el paso del ferrocarril.

En Russafa asentó su campamento el rey Jaume I para el asedio de la ciudad de València y allí mismo se firmaron las capitulaciones. Las edificaciones musulmanas y sus jardines se transformaron en alquerías y huertas tras la reconquista formándose el arrabal, que quedó fuera del nuevo recinto amurallado del siglo XIV.

En 1836, Russafa adquirió la condición del municipio independiente, limitando por el norte y oeste con el término de València, por el sur con Sedaví y por el este con el río Turia. Pero en 1877 el pueblo, así como todo su extenso territorio, que llegaba hasta las aguas del lago de la Albufera, fueron anexionados a la ciudad de València. Russafa poseía una extensa red de caminos, cuatro de ellos principales, conocidos desde finales del siglo XX como carreras (la del Rio, En Corts, San Luis y Malilla).

Aunque no se han encontrado pruebas fehacientes, explica Javier Navarro, «existían algunas acequias navegables no muy amplias ni profundas que desde las proximidades de Russafa llegaban hasta el lago de la Albufera. Estos canales («sequiotas») servían hasta principios del siglo XX como caminos fluviales por los que transportar, en pequeñas barcas hacia los mercados de la ciudad, verdura y pescado proveniente de la Albufera.

Por el conocido canal del Tremolar podía llegarse desde las cercanías del pueblo de Russafa hasta El Tremolar, en el límite con el término de Alfafar.

Russafa y el ferrocarril

Dada su condición de barrio periférico de València, Russafa quedó atravesada desde la llegada del ferrocarril a la ciudad, a finales del siglo XIX, por dos líneas ferroviarias distintas: la línea de vía ancha València-Tarragona (1862-1968) y la línea de vía estrecha que conectaba la Estación de Jesús a la de Natzaret (el conocido «trenet»).

El ferrocarril València-Tarragona fue inaugurado por la compañía del Ferrocarril de Almansa-València-Tarragona en 1862. Aprovechaba el trazado de las vías del tren que unía el centro urbano con el Grao, inaugurado en 1852 (la primera vía de ferrocarril valènciana). Este trazado primigenio discurría por la actual calle Alicante y la avenida del Reino de València que por aquel entonces no era más que huerta entre campos y barracas.

Tras la construcción de la Estación del Norte (1917) se modificó el trazado de las vías, que giraban hacia al camino de Tránsitos (actual avenida de Peris y Valero). Cuando en 1967 se inaugura la estación Fuente San Luis se trasladaron las vías fuera de la ciudad, y así permanecen en la actualidad.

La operación ferroviaria y urbanística del Parc Central introducirá nuevos cambios y notables mejoras en movilidad en este barrio y su entorno. Esta operación ferroviaria (que incluye un túnel pasante, el canal de acceso y la nueva Estación Central intermodal) prevé soterrar las vías del tren que llegan al centro de la ciudad liberando los barrios del entorno del cinturón de hierro. Sobre el túnel ferroviario se construirá un gran jardín (cuya primera fase ya está ejecutada), un nuevo bulevar y zonas residenciales y comerciales.

La vida en el barrio

Russafa, en la actualidad uno de los barrios de moda, donde se han instalado artistas, profesionales liberales y familias jóvenes, tras haber sido objeto de un proceso de reurbanización y dinamización del entorno, tiene poco que ver con aquel barrio huertano de los años 60 que refleja el libro de Javier Navarro.

Russafa era entonces un núcleo de población con una animada vida comercial y artesana, con tiendas y transporte directo a la ciudad.

Uno de los edificios destacados de este barrio fue el colegio salesiano San Juan Bosco, construido en medio de la huerta e inaugurado en 1947, y donde se formaron los hijos de las familias de agricultores y artesanos de Russafa. Su piscina olímpica (inaugurada en 1970) fue un hito en el barrio que sirvió para fomentar la práctica del deporte y la natación. Además, allí nació el Club de Natación Don Bosco, pionero en la ciudad. A la piscina podía acudir público externo. Este era uno de los pocos colegios de la ciudad que incluía la natación como asignatura obligada.

Compartir el artículo

stats