Mujeres, mayores de 64 años, viudas y pobres. Este es el perfil más común entre las personas que viven en situación de soledad en València. Los hombres separados, las personas en riesgo de exclusión social, con diversidad funcional o en situación de dependencia completan una radiografía que nos enfrenta directamente a un tabú social: el miedo a la soledad.

En València hay 43.124 personas mayores de 64 años que viven solas, un 5,4 % de la población total de la ciudad. Siete de cada diez son mujeres; un tercio, mayores de 79 años. La soledad se concentra, de forma mayoritaria, en cuatro distritos: Olivereta, Extramurs, Poblats Marítims y Quatre Carreres.

El perfil de la soledad en la ciudad es el resultado del proyecto europeo Healthy Lonelines, que desarrolla Las Naves con el Instituto Ítaca Sabien de la UPV y que ha permitido elaborar esta primera panorámica de la soledad en la capital del Turia.

Del proyecto se extrae que una de las principales causas es consecuencia directa "de un sistema -el capitalista actual- en el que las personas son valoradas por su capacidad de producir". Otras causas, son el desarraigo familiar, la poca capacidad adquisitiva de las personas, en machismo, la brecha digital, los niveles educativos e incluso en las barreras arquitectónicas de la propia vivienda y de la ciudad.

Impacto en la salud

Según este estudio, la soledad repercute de forma "evidente" en el entorno social pero, también en la salud física y mental de quien la sufre. Así pues, la lista de problemas derivados de la soledad incluye desde hipertensión, ansiedad, depresión, abandono de la higiene personal, malnutrición o conductas adictivas hasta trastornos del sueño y dolencias cardiovasculares.

La noche y la Navidad, momentos críticos

El estudio sobre la soledad permite, también, conocer los momentos en los que las personas que sufren la soledad la perciben de forma más intensa. A lo largo del día hay dos puntos críticos: la comida, especialmente en España con un marcado carácter mediterráneo, que suele ser un momento de reunión familiar; y la noche, tramo horario en el que aparecen los miedos, las inseguridades, la desprotección y el sentimiento de abandono.

A lo largo del año, las épocas relacionadas con reuniones familiares y tiempo libre como el verano o las fiestas de Navidad son dos de los puntos más críticos. Pero también cuando hacen la compra, al realizar gestiones bancarias, en los cumpleaños o cuando tienen que ser ingresadas en un centro hospitalario.

Objetivos del estudio

El proyecto Healthy Loneliness entra ahora en una nueva fase en la que impulsará recursos y propuestas que eviten y combatan el impacto de la soledad y aislamiento social, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas mayores. Entre las primeras propuestas que están trabajándose, se encuentran estrategias colaborativas de detección con la familia, el vecindario y el personal sanitario, de servicios sociales y de ayuda domiciliaria, que están en contacto más frecuente, continuado, directo e incluso, íntimo con las personas que viven solas.

Morir en soledad

Algunos estudios demuestran que la soledad puede aumentar hasta 14 puntos las posibilidades de muerte prematura. En España, morir a solas es cada vez más común, tal y como observan, los servicios sanitarios y judiciales. En abril, una anciana apareció muerta en Madrid. Había fallecido hacía cinco años, pero nadie la echó en falta. Hace ahora un año, en la calle José Benlliure, encontraron el cadáver momificado de María Amparo, una vecina del barrio del Cabanyal que murió sola sin que nadie se percatase de su óbito.