Cuando un turista llega a València, sobre todo en la época estival, busca esencialmente dos cosas: La playa y comerse una paella. Desde hace más de 30 años ambas las encuentra en la playa de las Arenas. Allí, más de 30 restaurantes ofrecen este y otros platos de la cocina mediterránea valenciana heredando una tradición que se remonta a los merenderos de inicios del siglo XX, algunos de los cuales, como La Muñeca incluso mantienen su nombre hasta nuestros días. No obstante, esta especie de exclusividad está cambiando ya y en el conocido como Paseo de Neptuno se están instaurando franquicias de hostelería como Burguer King, que abrió a inicios de este año o los 100 Montaditos, cuya apertura próxima se anuncia con un cartel justo al lado de la hamburguesría norteamericana. A ellos hay que añadir, además, comercios como la alicantina Ale-Hop o Natura, lo que hace que este privilegiado espacio frente al mar Mediterráneo se esté convirtiendo en una especie de centro comercial al aire libre.
Para la Asociación de Empresarios de Hosteleria de la Playa de las Arenas estas nuevas aperturas, lejos de suponer una amenaza de cara a sus potenciales clientes, son más bien «»una forma de diversificar la oferta y de atraer a tipos de público diferentes a la zona», como indica su presidente, y propietario del hotel-restaurante Neptuno, José Miguel Bielsa.
Él recalca en varias ocasiones que «todo lo que se haga con calidad, bienvenido sea. No tiene por qué ser solo una zona para comer arroz». Y pone como ejemplo a los clientes de un hotel como el suyo que «no querrán comer arroz todos los días». Para él, «la calidad se puede mantener igual en un local low-cost que en uno de alto nivel» a lo que añade que «la variedad me parece muy bien».
Estas palabras son suscritas por otro hostelero de la zona como es el gerente y propietario de La Muñeca, Paco Reig: «Las franquicias no nos afectan a los restaurantes de toda la vida para nada porque están dirigidos a otro tipo de público, gente joven o familias con niños pequeños, sobre todo». Él también apunta que «hay que diversificar» e incluso va más allá: «Cuanto más gente abra y más variedad haya mucho mejor». Y pone como ejemplo otras zonas de playa de España o de Europa donde esto es así desde hace tiempo.
Eso sí, también remarca que «un 70 % del turismo que llega a València es de un presupuesto bajo» y ejemplifica, como hacen otros restauradores de la zona, la cantidad de ocasiones en que llega una pareja de turistas que pide una paella para dos y un agua «sin entrantes, ni postre ni café». En estos casos, confiesa «puede que no te compense pues en mi restaurante, por ejemplo, tengo manteles de tela, servilletas de tela... que cuestan un dineral, pero también es verdad que el hecho de que haya gente en las mesas propicia que se siente más gente», reflexiona.
La gerente de La Perla, Pilar Llorente, remarca que estas franquicias «no me afectan porque no ofrecen paellas que es lo que busca mi clientela. Tras lo que ironiza «mientras que no regalen paella está bien». Ella pone en valor que en estas franquicias «estás haciendo cola, no hay camareros ni nada, mientras que aquí la paella tiene un coste, una elaboración y te la sirven en la mesa recién hecha. Se da un servicio de calidad y las paellas, además, están muy buenas y a precios que no son nada caros», sentencia.
