Al hilo del concurso de ideas para el tramo final del Jardín del Turia y la desembocadura anunciado en la pasada legislatura por el Govern de la Nau, el ingeniero de caminos Gonzalo Gómez Mataix ha presentado a los colectivos vecinales, al Ayuntamiento de València y a la Autoridad Portuaria de València una propuesta de regeneración ambiental que recupera la desaparecida playa de Natzaret y la salida al mar. La propuesta del ingeniero valenciano contempla la regeneración hidráulica del tramo final del antiguo cauce y con ello la navegabilidad, lo que permitiría también crear un pequeño puerto deportivo para motoras.
Los terrenos liberados de la fábrica de Moyresa junto con los de las antiguas instalaciones de Benimar conforman un espacio de casi 13 hectáreas de extensión, que el puerto ha decido a la ciudad y que integran el futuro Parque de Desembocadura, donde se construirá la nueva ciudad deportiva del Levante. Estos terrenos apunta el ingeniero valenciano que son a día de hoy un «extenso «papel en blanco» y una gran oportunidad para consolidar definitivamente una frontera amable entre el puerto y Natzaret. Un barrio que hace años formaba parte de la fachada marítima y fluvial de la ciudad y que hoy en día, desaparecida la playa y la desembocadura por la ampliación del puerto, «es un espacio encerrado por las barreras que la ampliación ha generado».
La propuesta de Gómez Mataix trata de revertir la situación , convirtiendo la condición de frontera o borde urbano en una oportunidad urbanística que dote al barrio de un carácter singular que a la vez permita recuperar parte de la personalidad que nunca debió perder.
El ingeniero propone que el agua regrese a Natzaret ampliando el espejo de agua existente en el antiguo cauce del Turia hasta ocupar la práctica totalidad del espacio disponible mediante tuberías de conexión con las dársenas del puerto que permitirían la renovación del agua y el desagüe de crecidas ocasionales. Una propuesta que en su día ya se barajó dentro del proyecto original del PAI del Grao, que contemplaba canales navegables comunicados con la Marina de València.
La propuesta contempla zonas verdes y paseos a ambas orillas del cauce y una barrera visual arbolada para minimizar el impacto de las instalaciones portuarias, entre ellas, la futura terminal de cruceros prevista en los muelles de Unión Naval, frente a Natzaret.
La regeneración ambiental del cauce y sus riberas, en la que se empezó a avanzar en la pasada legislatura con un proyecto de biorremediación (bacterias) financiado por Aguas de València, daría ocasión a recuperar una playa fluvial con zona de baño, como planteó el ex concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià.
El proyecto contempla la ubicación de un pequeño puerto deportivo y pesquero que se conectaría mediante un canal con la Marina de València y que proporcionaría al río una nueva salida al mar entre la antigua Estación Marítima y el Tinglado 4.
El ingeniero propone al puerto la donación y traslado «pieza a pieza» a la desembocadura del antiguo faro del puerto, en desuso desde hace un tiempo. Sería, afirma , «un elemento patrimonial de la ciudad recuperado como hito local, convirtiéndose en un nuevo atractivo turístico y un excelente mirador», además de «un regalo del puerto al barrio que ha sufrido en mayor medida las consecuencias del crecimiento portuario». La propuesta reconvierte un espacio urbano degradado y marginal en una nueva marina con amarres, una zona de baño y un nuevo entorno residencial (el futuro barrio del Grao).
La propuesta del ingeniero valenciano choca en gran medida con el proyecto de la ciudad deportiva del Levante U.D., proyectada en el entorno del antiguo balneario de Benimar, a la que el puerto ha dado ya luz verde mediante una cesión de uso del suelo y que cuenta igualmente con el apoyo de los vecinos de Natzaret que ven en el proyecto una oportunidad para dinamizar el barrio.
