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Estatuas femeninas, un olvido histórico

Dos religiosas, Concha Piquer, la Reina Mariana, Charlotte von Stein y una víctima de violencia de género son las mujeres que cuentan con una escultura en la ciudad

Estatuas femeninas, un olvido histórico

Un modo de valorar la relevancia que se da a las personas que han destacado en diferentes facetas de sus vidas a lo largo de la historia es ver los reconocimientos públicos que se les han dedicado en las diferentes ciudades. En las calles, plazas y parques de València se erigen todo tipo de monumentos, pero estos están destinados, en su mayor parte, a hombres. En este sentido, en la capital del Túria solo hay seis estatuas dedicadas a mujeres que han existido, mientras que el número de las que hacen referencia a hombres es de más de 60.

Estas cifras, como refleja un estudio llevado a cabo por el «Grup d'Història de les Dones», no son algo particular de València sino que es una tendencia que se extiende por toda España. Tanto es así que solo el 15% de las estatuas en territorio nacional están dedicadas a figuras femeninas. En Barcelona, por ejemplo, la diferencia es aún mayor que en València pues hay 168 de hombres por solo 14 de mujeres. Y en Madrid las referencias escultóricas masculinas se elevan hasta 207 por solo 47 femeninas.

Además de una cuestión de cifras, el reconocimiento a la mujer se observa también en qué figuras han merecido este «honor» de contar con una estatua propia. En València estas son dos religiosas, la beata Madre petra de San José y Santa Teresa Jornet; la Reina Mariana; la coplista Concha Piquer; Charlotte von Stein, que fue amante de Goethe y una víctima de violencia de género, Empar Barrón, la más actual de todas ellas, pues fue asesinada por su marido en 2013 y se le erigió esta estatua, en el barrio del Cabanyal, en 2015. Un monumento que, por cierto fue impulsado por la Semana Santa Marinera, de la que Barrón formaba parte. De hecho, en el monumento aparece vestida de «Rosa Mística», personaje con que solía procesionar en la Cofradía de la Hermandad del Santo Sepulcro.

Si echamos la vista atrás, hasta 1974 la presencia femenina en los monumentos escultóricos valencianos era nula, mientras que de las seis estatuas que hay actualmente, tres de ellas han sido erigidas desde el año 2000.

«Mujeres invisibilizadas»

Para el Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural esta diferencia de género en los reconocimientos públicos es un reflejo de la invisibilización histórica de la mujer: «A lo largo de los siglos, las mujeres han sido invisibilizadas conscientemente por los hombres en todos los roles y papeles de la sociedad. Independientemente de su profesión o cargo, han sido relegadas a un segundo plano tanto en los libros de historia como en el día a día», argumentan.

Desde el Círculo matizan que el callejero valenciano, que también ha sido históricamente cosa de hombres, empezó a revertirse con el cambio de nombres por la aplicación de la Ley de Memoria Histórica: «Ante la desigualdad de género se han cambiado nombres de algunas calles por el de personajes femeninos para reivindicar la figura de la mujer en esta sociedad patriarcal: la impresora Jerónima Gales, la ginecóloga Manuela Solís Clarás o la compositora Matilde Salvador, entre otras». Una tendencia que, en menor medida, se va aplicando en el presente siglo a los monumentos femeninos, aunque para el Círculo uno de los ejemplos de que «aún hay mucho camino por recorrer en pro de la igualdad de género» es que «en las estatuas y bustos de nuestra ciudad podemos comprobar el uso desmedido de nombres propios de varones y la casi nula representación de las mujeres».

«Queda mucho por hacer»

Cuando uno se coloca delante de algunas de estas escasas estatuas destinadas a mujeres y pregunta por ellas a los viandantes, lo más común es que le respondan que no saben a quién se refieren o que ni siquiera, aún siendo vecinos y vecinas de la zona, se hayan preocupado por saberlo.

Este es otro aspecto que denota la falta de interés por los monumentos o la historia de la propia ciudad. Algo que, como confiesa África Soler, vecina de Ciutat Vella, «seguramente no me pasaría si estuviera de visita en otra ciudad».

Al conocer la diferencia de reconocimiento en los monumentos por género, la reacción suele ser de sorpresa. Hay quien, como Emilio, del Cabanyal, explica que «las figuras en posición de poder en la historia han sido hombres y los políticos hasta hace poco, también». Mientras que otras, como Patricia, ironizan al conocer el perfil de mujeres reconocidas en las calles y plazas de València: «Son todas muy representativas de los movimientos sociales femeninos». Las nuevas generaciones, como Andrea Baeza, esperan que esto cambie y piden «que haya más monumentos de mujeres para concienciar a las generaciones futuras». Algo parecido augura Ramón, del Cabanyal que quiere pensar que «las nuevas generaciones vienen con un sentimiento de más igualdad que se reflejará también en estos aspectos».

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