Las cerca de 80 familias que suelen colocar sus puestos de venta ambulante los domingos y festivos en el entorno del Mercado Central se han puesto en pie de guerra contra la nueva normativa aprobada por la concejalía de Mercados dirigida por Carlos Galiana. Ayer, estos puestos, algunos de los cuales llevan más de 40 años en estas calles, colocaron carteles contra el concejal con su fotografía y reclamándole que «vas a dejar sin trabajo a más de 80 familias».

La problemática, además, viene agravada porque la nueva normativa, en la que se les deniega el permiso de vender «artículos de regalo», limitando el permiso a productos como libros, sellos o cromos, fue aprobada a mediados de abril, pero, como denuncian los propios vendedores, no les fue comunicada hasta finales de junio, precisamente, cuando ya habían pasado los dos periodos electorales.

De este modo, el presidente de la Asociación de Vendedores de Mercados Extraordinarios y Festivos, Francisco Campos, hablaba ayer de juego sucio y mala fe por parte de los políticos: «Nos dijeron que nos darían unos cuatro meses para liquidar la mercancía, pero era mentira. La ordenanza se aprobó en abril y a una funcionaria se le escapó decirnos que la tuvieron escondida electrónicamente hasta finales de junio, justo después de las elecciones. Me parece que eso es juego sucio y además es mentir», criticaba.

Él, tal y como hacían ayer otros vendedores, también lamentaba que «Galiana no nos quiere recibir», a lo que agregaba que tampoco se ha mostrado dispuesto a hablar de este tema con concejales de la oposición que así lo han solicitado expresamente.

«¿Qué pasa aquí?, esto es 'yo ordeno y mando', me parece que eso es de otros tiempos muy lejanos», agregaba Campos.

Los vendedores solicitan que las cosas se queden como están, al menos, hasta 2026 y avisan de que si no se les tienen en cuenta «nos veremos obligados a tomar otro tipo de medidas». De momento, anuncian que la semana que viene «montaremos todos nuestros puestos como siempre y a ver qué pasa», pues cabe recordar que ayer era el último domingo que, según la nueva normativa, podían vender productos que no fueran los especificados en ella. Otro de los vendedores, Julián Jiménez, confirma que «vamos a venir la próxima semana y que sea lo que dios quiera. Yo no hago daño a nadie. Llevo 47 años en esto y tengo mis derechos y uno de ellos es venir a trabajar y también todos mis compañeros», sentenciaba visiblemente enfadado.

Aquí hay vendedores, como Mariano Alonso Company, que ya venían hace más de 40 años a ayudar a sus padres cuando todavía eran unos niños. Ayer, sus padres, ya muy mayores, estaban en la parada, dando su apoyo, mientras que él se preguntaba «por qué nos prohíben a nosotros estar cuando, por ejemplo, los lunes hay otro mercado aquí muy similar».

Los clientes también mostraban su enfado y su solidaridad con los vendedores. De este modo, Neus, vecina del barrio, decía: «Ellos se ganan la vida con lo que venden y a nosotros nos dan un buen servicio». Mientras que Ángeles, que había llegado desde Torrent, pedía a los políticos «que consulten y valoren si merece la pena quitar todos estos puestos que no molestan a nadie».