«En tres años hemos podido comprobar que los resultados con las cucarachas son fantásticos». Así se expresa Ricardo Acosta, biólogo experto de Laboratorios Lokímica respecto a la efectividad de la pintura insecticida Inesfly, un producto que desde 2015 se viene aplicando de forma generalizada en València para combatir a la Periplaneta americana. «Es caro si además se compara con el presupuesto establecido en base a otros productos, pero es efectivo», incide Acosta. El tratamiento va repitiéndose a lo largo del año en las 75.000 trapas de alcantarillado y los cerca de 80.000 registros de acera diseminados por toda la ciudad. Emiliano García, concejal de Sanidad, corrobora las afirmaciones de Acosta. «No solo mata, sino que impide que salgan fuera. Es un repelente tremendo», incide el edil socialista.

En estos momentos se anda en ese proceso de repintar. «Como el enfoscado de las alcantarillas es poroso, absorbía mucho la primera capa del producto. Ahora, que se está aplicando la pintura sobre la antigua, aumenta la acción insecticida», manifestaba Acosta. Aunque las primeras pruebas en la ciudad se hicieron junto al Instituto Cavanilles de la Universitat de València, Acosta explica que la forma de aplicación del tratamiento dificultaba su efectividad. «Poco a poco lo hemos ido adaptando de tal forma que desde 2015 ya se viene utilizando de forma generalizada en la campaña programada de la Sección de Plagas del Ayuntamiento de Valencia», relata. El producto viene microencapsulado en una matriz de pintura de tal forma que no se expone todo al exterior, sino que va liberando la materia activa poco a poco, con mayor cantidad en épocas de calor. Además es de patente valenciana (de la científica y empresaria Pilar Mateo) y ha sido empleada en otros proyectos para el tratamiento de insectos que transmiten enfermedades graves, como es el caso de los chinches y el mal de Chagas.

Según Acosta, los resultados de las primeras vueltas «han sido muy satisfactorios». Algo corroborado incluso por los vecinos de zonas tanafectadas históricamente como los Poblats Marítims. Especialmente en verano, tal como señala Emiliano García. «El trabajo en València nunca se para, porque se van simultaneando las labores de desinsectación con desratización», según Acosta.

La ciudad, a efectos de trabajo de los técnicos, está dividida en diecinueve zonas. En las campañas programadas se recogen los niveles de presencia de cucarachas en cuatro categorías: Ausente ( cero ejemplares), Baja (de cero a cinco) Media (de cinco a quince) y Alta (más de quince). «En todo el año prácticamente no hemos encontrado niveles altos y los medios son muy escasos», explican desde Lokímica. Los avisos de la ciudadanía, mediante instancias o con llamadas al 010, son según Acosta la mejor «arma».