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Las dos caras de la ruta turística

De la València histórica a la moderna e inacabada

Una hora y media de recorrido por la capital valenciana confronta a una ciudad marcada por las murallas medievales y las torres de los nuevos hoteles

De la València histórica a la moderna e inacabada

Un bote de crema solar para embadurnarse la cara y los brazos, una visera que facilite la visión a 40 grados al sol y unos auriculares para no perder detalle de las explicaciones son los acordes perfectos para disfrutar del casco histórico de València a bordo del segundo piso del Bus Turístic. En el trayecto se contemplan las grandes maravillas del Cap i casal, como las Torres de Quart y Serranos, la Estación del Norte, la Plaza de Toros, los Jardines de Viveros o el Museo de Bellas Artes, donde la aguja del reloj ha dejado la huella del tiempo y el secreto de la historia.

Los relatos sobre estos edificios emblemáticos se suceden con el fulgor incomparable de la leyenda en el mapa de la ciudad, donde rotan dos esferas distintas: la València histórica y la moderna inacabada con viejos andamios en el corazón de la ciudad y amplios solares abandonados como El Nou Mestalla en la zona oeste de la metrópoli. Dos imágenes, como dos ejes de épocas distintas, que revelan una radiografía completa de la capital actual. En la primera estampa, el paso de los años confiesa que las murallas medievales se embellecían y, en la segunda, el tiempo manifiesta un empobrecimiento sobre las ruinas de la modernidad como un borrador de un mundo fugaz.

La Plaza de la Reina es el punto de partida del viaje de más de una hora y media para continuar por el centro neurálgico y político de la capital como la Plaza del Ayuntamiento, donde recuerdan el mes fallero con la filosofía de las mascletàs. Encabezar Guillem de Castro es dejar atrás el coso de la calle Xàtiva y la Estación del Norte, dos inmuebles con casi 300 años de vida. Tras pasar la Iglesia de San Agustín, fechada en 1307, y justo antes de llegar a las Torres de Quart, en la esquina con la calle Lepant, se divisa un solar con matorrales y grafitis que distorsiona el punto turístico del viaje.

Viaje en el bus turístico de València

Viaje en el bus turístico de València

La vistas del Museo de la Beneficencia y el Institut Valencià d'Art Modern (IVAM), en el que destaca un anillo de vapor para refrescar a los turistas, recuperan la metáfora histórica para devolver al visitante a las entrañas de la ciudad.

La ronda de murallas medievales que albergó el cauce del río Túria, donde las Torres de Serranos fueron entrada y puntal de poder, recuerdan el carácter del pasado en la capital. Antes de llegar a ellas, en el Paseo de la Pechina, se aprecia una serie de bajos grafiteados y descuidados, como si en sus intrahistorias nadie representara ningún papel. Entre ellos, impactan las fachadas decrépitas del Convent del Carmen y de la Casa Museu Benlliure, justo en el inicio de la calle Blanqueries, una de las arterias principales de la capital valenciana.

El Museo de Bellas Artes San Pío V y los Jardines de Viveros vuelven a rescatar al turista de los mares muertos olvidados en la memoria. Los campos de fútbol y los de béisbol debajo del Pont de Fusta cambian la visión, de nuevo, del visitante en el inicio de la zona oeste de València con la Estación de Autobuses y el primer centro comercial abierto en la ciudad.

Los solares de Campanar

En la zona de Campanar que muestra el Bus Turístic, las raíces son aire y la memoria, ceniza. Los edificios más representativos que se pueden apreciar son el parque de animales «Bioparc» y el esqueleto del Nou Mestalla, unas ruinas que están al margen de ese mundo que los libros de historia levantan sobre la capital del Túria. El nuevo campo de fútbol, en el que el Valencia CF iba a celebrar su Centenario, se ha convertido en una losa económica y social para los valencianos, debido a los 150 millones de euros que ya se han invertido. Precisamente, el Bus Turístic realiza una parada justo en el Nou Mestalla para que los turistas puedan «visitar» la obra.

La Dama Ibérica de Manolo Valdés, en la rotonda de la Avenida de les Corts Valencianes, sobresale en el rompecabezas que supone para el turista esta aventura. Las 22.000 figuras de cerámica de la histórica representación ilicitana reflejan unos cambios cromáticos de luz que conectan, al final de la avenida, con el Palacio de Congresos y las torres de los hoteles para rejuvenecer la ciudad.

Camino del «Bioparc», en la Avenida Maestro Rodrigo y la de Pío de Baroja -en la que se encuentra el parque de animales- se pueden observar más de tres kilómetros de solares que camuflan la huerta de Campanar. Tras pasar por el Museo de Historia, el Bus Turístic enfila la última fase de su trayecto: la estación del Ave Joaquín Sorolla, una zona que vuelve a generar discordia en el viaje.

El Bus Turístic examina en una hora y media el peso de una historia completa y la lacra de la modernidad inconclusa en la ciudad de València.

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