Hoy más que nunca se habla del talento como el principal activo que tiene una organización y como un factor diferenciador estratégico. El reto está en atraerlo, formarlo y retenerlo, en un ecosistema que sea capaz de crear un círculo virtuoso entre todos los agentes implicados, como son las entidades formativas, el entorno empresarial y la administración pública principalmente.

EDEM Escuela de Empresarios forma parte de ese ecosistema desde el ámbito de la formación, de forma muy vinculada al entorno empresarial. La directora de su Centro Universitario, Lucía Egea, hablará el próximo día 18 en València CityHub sobre las capacidades clave del talento hoy día y su papel estratégico en el desarrollo de la ciudad.

¿Por qué el talento ha pasado a ser uno de los focos de atención estratégicos en las organizaciones e, incluso, en los territorios?

En un mundo como este en el que lo único constante es el cambio, el talento es más crítico que nunca para las organizaciones. Tanto es así que aquellas organizaciones que sean capaces de encontrar la fórmula para retener ese talento van a ser las que sobrevivan, las que crezcan, las que prosperen y ayuden a mejorar la zona en la que están, que es nuestra localidad y nuestra comunidad autónoma.

¿Cuáles son las características del talento del siglo XXI?

La capacidad para percibir, de analizar y de comprender, no solo lo que pasa sino lo que pueda pasar. Hay personas que pueden nacer con estas capacidades más desarrolladas, pero también es verdad que fruto del esfuerzo y del trabajo se pueden mejorar.

En nuestro modelo educativo hablamos siempre de que para nosotros es muy importante formar, tanto en el saber, porque el conocimiento es muy importante, como en el saber hacer, que es la capacidad para poner en práctica lo aprendido, pero sobre todo en el saber ser. Esta parte suma valores, habilidades y capacidades como la empatía, la comunicación, la negociación, la persuasión… En un momento, además, en el que los robots están pasando a formar parte de la realidad actual, hay determinadas capacidades humanas que nunca podrán ser sustituidas por las máquinas por muy avanzada que esté la inteligencia artificial, y son todas aquellas en las que la inteligencia emocional juega un papel fundamental.

¿Qué tiene que hacer una organización para atraer y retener el mejor talento?

Hoy el talento no busca lo mismo que en el pasado. Busca flexibilidad, busca retos, trabajos poco repetitivos... Además, las personas con talento son muy exigentes con su empleador y si las queremos atraer y retener hay que responder a sus expectativas y eso a veces es muy difícil hacerlo convivir con estructuras organizativas del siglo XX.

Hay que tener en cuenta que estamos formando a los profesionales del siglo XXI, para que trabajen en empresas del siglo XX, dirigidas por directivos del siglo XX. La única forma posible para que esas organizaciones sigan existiendo en la próxima era es dotándolas del talento que requieren, el talento que tiene que entender al ‘jefe’ del presente y del futuro, y tenga el compromiso y la motivación de satisfacerlo de forma mejor o diferente al resto.

¿Cómo está avanzando València en este reto y cómo describiría el posicionamiento que entre todas las entidades, incluida EDEM, están contribuyendo a conformar?

La formación no sustituye al talento, pero sí es el complemento fundamental. Tenemos que buscar fórmulas creativas para atraerlo y retenerlo porque el coste de la fuga de talento no se puede medir, pero nos hace muchísimo daño. Un momento clave de la fuga del talento es al finalizar la carrera, por lo que debemos proponer fórmulas por las que los alumnos puedan experimentar, exponerse internacional antes de acabar sus estudios y combinarlo con periodos de trabajo.

Otro momento crítico son aquellas etapas en la carrera profesional en la que uno se siente frustrado o llega a un tope en la organización en la que está, que suele responder más que a la retribución económica a una falta de motivación. Son dos momentos clave en los que hay que establecer mecanismos. En el primero, los responsables somos claramente las instituciones educativas, que tenemos que traer fórmulas creativas a la mesa. En el segundo, creo que las instituciones públicas y la ciudad tienen también una responsabilidad.

En València, que por su carencia en recursos naturales y me atrevería a decir que también por el abandono institucional, el talento y la creatividad han sido más que necesarios para salir adelante. También es cierto que tenemos un perfil empresarial muy resiliente que ha sido capaz de crear proyectos, si bien nos ha faltado quizá un último empujón para hacer esas organizaciones más grandes.

Y, ¿cuál es la fórmula para avanzar en esa línea de crecimiento?

Las instituciones educativas debemos hacer el esfuerzo para detectar ese talento, garantizando que pueda venir cualquier persona, sin importar su condición económica o social. En el ámbito privado nos asusta muchas veces pensar en las colaboraciones público-privadas, pero yo creo que podemos encontrar fórmulas "ganar-ganar" muy interesantes para la ciudad y para que se cumpla algo que dice nuestro mecenas del proyecto Marina de Empresas, presidente de Mercadona y presidente de honor de EDEM, y es que entre todos tenemos que contribuir a que haya más emprendedores que generen empleo, para que haya más empresas, para que se genere riqueza y para que eso revierta en el bienestar de la sociedad.