El inicio de la Cabalgata de las Magas de Enero se contempló con cierta esperanza: ningún grupo contrario se apostó en la cabecera de la misma. Parecía que se iba a celebrar sin más. Simplemente con respeto o ignorándola. Pero no fue así: tras el acto político de la plataforma España Existe, grupos de partidarios acudieron a la misma. Y si en la primera acometida cerraron el paso a las comparsas -y les hicieron un favor para reagrupar a cantantes, bailarines, figurantes y «muixerangues», que salían con una distancia sideral entre unos y otros-, las cosas se pusieron mucho peor en el tramo final, donde hubo palabras y alguna que otra mano suelta. Sin heridos, pero con enfrentamiento.
Ayer, la clase política y cultural se pronunció sobre el acto o los incidentes según sopla el viento. Así, el portavoz de Compromís en Les Corts, Fran Ferri, aseguró que «algunos energúmenos siempre van a por los más débiles: los niños». Ferri expresó la «denuncia firme» de Compromís a este tipo de actos, por parte de «gente que parece que simpatiza con el partido de extrema derecha Vox».
El PSPV, que no participa en esta cabalgata ni se vio a ninguno de sus miembros entre el público, no se pronunció sobre la cuestión. Sí que lo hicieron los partidos de la oposición para criticar el desfile, sin prácticamente alusión a los incidentes. El portavoz de Ciudadanos, Fernando Giner, es quien dijo, como mucho, que «respetamos la libertad de expresión, pero no con el dinero de todos los valencianos». Del desfile como tal dijo que «no está calando en la sociedad» y acusó a Joan Ribó de querer «quitar las tradiciones valencianas e imponer las suyas».
El pañuelo «estelado»
La portavoz del PP, María José Català, utilizó una fotografía de Levante-EMV, la de una joven componente de una muixeranga desplegando un pañuelo con una estelada impresa para criticar, a través de redes sociales que «el esperpento de la cabalgata de las Magas republicanas recorre las calles de València. Por mucho que quieran maquillarlo, a nadie se le olvida cuál es el verdadero objetivo de Ribó y sus socios». El pasado año, Català anunció que la de enero de 2019 iba a ser la última cabalgata de magas, apelando a que, si ganaba las elecciones, no autorizaría el uso del centro de la ciudad para celebrar la misma.
En contra de las «agresiones fascistas» y a favor de una ciudad de «tolerancia» y «libre expresión» se expresó Comisiones Obreras, sindicato que colabora con el desfile desde el inicio de su celebración, ya que asegura que comparte sus «valores de libertad, fraternidad e igualdad en el contexto de una fiesta por la niñez».
La «pasividad policial» es uno de los argumentos que han reiterado la parte afín a los convocantes. No menos cierto es que, al proceder en gran medida de la concentración de la plaza de Manises, los grupos fueron apareciendo por diferentes lugares. El conato principal fue en el cruce entre la plaza del ayuntamiento y Periodista Azzati, la teórica zona de disolución de la misma.
- Agresiones «con impunidad»
Escola Valenciana, que era una de las entidades que participó en la marcha, recordó la agresión a una de sus miembros -una joven a la que arrancaron mechones de cabello-. La entidad anunció ayer que pedirá al delegado de gobierno y al alcalde «para denunciar estos hechos» y que se produjeran «con total impunidad».
También el Partit Comunista del País Valencià condenó las agresiones atendiendo precisamente a los gritos de «fuera comunistas» en una marcha «en la que se reivindican los valores laicos y democráticos de forma pacífica».
