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La renacida alquería Julià

Termina la rehabilitación del edificio protegido y su jardín histórico y se prepara para reabrir como Casa de la Música

La renacida alquería Julià

Las obras de rehabilitación de la alquería Julià, en Nou Moles, con destino a Casa de la Música han acabado y han devuelto a esta alquería-palacio y a su jardín histórico, totalmente reconstruido, el esplendor perdido tras años cerrado y sin uso. El edificio,ya libre de los andamios y vallas de protección, está ya listo para ser inaugurado una vez superada la actual situación de emergencia sanitaria por el coronavirus.

Tras un año en obras, esta alquería única de estilo barroco, que goza de máxima protección patrimonial como Bien de Interés Cultural, está lista para abrir, una vez recepcionada la obra, reconvertida en Casa de la Música. Las obras han llegado, pese a los retrasos iniciales con la licencia de obras, en tiempo. La previsión era acabar para finales de marzo de este año y así ha sido. Las fachadas del edificio, que destaca por su torre, lucen con su color ocre original.

Entre tantas obras que se han visto paralizadas de golpe por la crisis del Covid-19, como la remodelación de las grandes plazas (Ayuntamiento, Reina y Brujas) y operaciones urbanísticas como la de Mestalla que se han tenido que frenar y reprogramar, la finalización de las obras de la alquería Julià es una nota positiva . Se espera, además, que el edificio sea un nuevo revulsivo para el barrio de Nou Moles.

Tras la minuciosa intervención en esta alquería palaciega del siglo XVII, dirigida por el arquitecto Carlos Campos, el edificio recupera sus elementos originales, incluida la rica decoración de sus estancias nobles, pero también incorpora un nuevo y moderno cuerpo en el subsuelo del jardín, donde se han construido una sala de ensayos con aforo para 200 personas.

La alquería de los Julià, una familia de mercaderes de fortuna y oligarcas valencianos que se hizo construir una residencia con un gran huerto-jardín junto a la acequia de Rovella, a orillas del Turia, se encuentra en la actualidad encajonada entre los edificios modernos del barrio de Nou Moles. Por ello pasa casi desapercibida. La belleza y el lujo interior del edificio podrán admirarse ahora tras la rehabilitación integral impulsada por Bankia, propietaria de esta joya barroca, que en breve será cedida a la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana para su Casa de la Música.

La entidad financiera ha invertido 3,5 millones de euros en recuperar el edificio, cargado de historia y simbolismo. Según la tradición, San Vicente Ferrer predicó en su huerto y el Mariscal Suchet contempló desde su torreón la toma de València por las tropas francesas. En sus estancias pernoctó la reina Isabel II mientras María Cristina renunciaba a su condición de regenta. La alquería ha sido fuente de inspiración de escritores y artistas, como el historiador Marqués de Lozoya, que ambientaría su novela La alquería de los cipreses en este paraje.

Entre los elementos descubiertos en la alquería destaca una habitación decorada con elegantes pinturas pompeyanas desconocida hasta ahora. La esmerada y ostentosa decoración del edificio denota que más que una vivienda de tipo agrícola la residencia de los Julià era una alquería-palacio.

Uno de los elementos destacados de la alquería fue su huerto-jardín. Según la documentación analizada durante la investigación previa a la restauración, en concreto las acuarelas que hizo el pintor Conchillos en 1690, el jardín de los Julià tenía el triple de superficie que el actual y se extendería hasta la zona verde que hay frente al complejo administrativo 9 d'Octubre. A partir de los grabados antiguos se ha podido reconstruir el jardín, perdido en gran parte por los usos indebidos, incorporando los elementos que se han conservado, como la glorieta romántica y la terraza con balaustrada y pavimento de terracota y azulejo pintado a mano del siglo XV.

Además de la glorieta, el jardín tenía un laberinto y, tras el mismo, la terraza. Siguiendo la disposición típica del huerto-jardín valenciano, a continuación había una zona de frutales y un huerto, con un camino central bordeado de emparrados. En la zona más alejada de la vivienda, había un pinar, vestigio de la Gran Pinada Moyá de Campanar.

Tal como se puede ver en la imagen inédita que acompaña esta información, la glorieta romántica del jardín se ha recuperado, también la parte de lo que fue el laberinto y el huerto de frutales del jardín.

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