Un «zulo» de doce metros cuadrados en el que duermen, comen y conviven junto a la muerte los funerarios durante las guardias en la morgue del Hospital Clínico de València. El pequeño despacho en el que permanecen a la espera de un nuevo fallecido, más de un tercio de ellos por la covid-19, o mientras esperan para hablar con los familiares del difunto, está dentro del propio mortuorio y cuenta únicamente con unas paredes de pladur como elemento de separación.
Un responsable de una funeraria que presta servicios en este centro hospitalario critica los riesgos de contagio que supone para todos los funerarios que realizan las guardias en la morgue del Clínico, al no estar debidamente aislado su despacho, como sí ocurre en otros centros.
Inspectores de riesgos laborales realizaron una inspección de la garita, tras la construcción el pasado mes de noviembre de los tabiques de pladur, y determinaron que no había problemas de seguridad laboral. Eso sí, todo ello antes de que la pandemia del coronavirus se extendiera y el Hospital Clínico de València se convirtiera en el cuarto centro hospitalario valenciano con más muertos por coronavirus, con 59 fallecidos.
Según las fuentes consultadas por este periódico, los inspectores tomaron muestras del aire antes de que se detectaran los primeros casos de la covid-19 en la Comunitat, más por los restos patológicos que se guardan en las cámaras y por las altas temperaturas, que provocaban picor de ojos y de garganta a los trabajadores.
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