Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Turismo y gastronomía al rescate del molino medieval de Bonany

Inversores valencianos compran el edificio del siglo XV, aislado en una rotonda, para rehabilitarlo

Turismo y gastronomía al rescate del molino medieval de Bonany

Aislado en el bucle de una autovía y oculto entre moreras centenarias de lo que fue la huerta de Benimàmet, el molino de Bonany (siglo XV), una joya del patrimonio hidráulico valenciano, volverá a tener uso. Inversores valencianos (Miguel Martí Gastronomía) lo han comprado para reconvertirlo en un complejo hostelero de restauración con un pequeño hotel-museo.

La crisis sanitaria y el parón económico ha sorprendido a los promotores con el proyecto en marcha y ejecutando obras de consolidación estructural en el molino. Ranchal Arquitectos ha realizado el proyecto de intervención en la parte del telar, la que estuvo en uso hasta el siglo XX y la que mejor estado de conservación presenta. La arqueóloga Marisa Serrano (Semar Arqueología) también estaba trabajando ya en el molino medieval hasta que tuvo que parar las catas por la declaración del estado de alarma.

El coronavirus, asegura Miguel Martí, no va a parar el proyecto. «Creemos más que nunca en él». Hemos tardado en encontrar este sitio y ahora no tenemos prisa. «No venimos para especular, este va a ser nuestro medio de vida», afirma Martí, que fue director de Alimentación del hotel Astoria y regenta varios negocios de hostelería en Castelló y Benicassim. La restauración del telar arrancará este año y la previsión es que pueda abrir las puertas en 2021, cuando se empezará a rehabilitar la finca del canónigo.

Los promotores buscaban un espacio lo suficientemente amplio y con esencia e historia. Visitaron masías, alquerías y palacetes y estuvieron a punto de comprar el palacio de los Valeriola, adquirido finalmente por la mecenas Hortensia Herrero (vicepresidenta de Mercadona), para convertirlo en centro de arte.

Tras diez años de búsqueda, dieron con el molino de Bonany, construido sobre la acequia madre de Montcada, que aún discurre a cielo abierto en este punto. Al molino se accede por una pequeña calle que parte de la plaza del Canónigo de Benimàmet. Está formado por tres volúmenes de distintas épocas, que se fueron añadiendo a medida que cambió de uso. Se distinguen así tres partes: el molino (siglo XV), atravesado por la acequia, y la finca del canónigo y el batán o telar (siglo XVII). La existencia de tres cuerpos diferenciados permitirá a los inversores una restauración y apertura por fases de modo que se pueda ir «capitalizando la inversión». Los actuales dueños tienen previsto invertir 4,5 millones de euros en la recuperación del conjunto..

La ubicación del molino dentro de una rotonda de la CV-31, una de las vías de circunvalación con más tráfico de València, lejos de disuadirles, les animó a adquirirlo. «Está al lado de València, bien comunicado y el ruido de los coches no se percibe cuando llegas al molino porque hay muchos árboles». «Es un oasis» afirma Miguel Martí.

El deterioro del conjunto, en especial de las construcciones más antiguas, y el nivel de protección del edificio, que da poco margen de intervención y uso, ayudaron a cerrar la compra-venta, que no fue fácil porque el conjunto estaba en manos de once propietarios distintos.

Miguel Martí es consciente de que está haciendo una apuesta arriesgada. «Restaurar siempre es más complicado que hacer algo nuevo», dice. «El presupuesto se puede disparar en cualquier momento porque es un edificio antiguo y no sabemos qué podemos encontrarnos». El nivel de protección como Bien de Relevancia Local del Molino, afectado por las limitaciones (también por las oportunidades para nuevos usos económicos del patrimonio histórico) de la ley de la Huerta, todavía complica más las cosas.

Otros intentos para dar nuevos usos vinculados al turismo y la restauración del patrimonio histórico rural han fracasado, como ha ocurrido con la Casa de la Sirena, un palacete renacentista único, ubicado en Alfara del Patriarca y declarado Bien de Interés Cultural. «Estamos en un sector muy maduro y la competencia es fuerte, pero creemos que el molino da valor añadido y atractivo », señala. El molino, que albergará un pequeño hotel rural y un museo, será la última fase del proyecto.

Los promotores saben que va a ser un proyecto costoso y más después de la crisis económica provocada por el coronavirus. El molino está datado en 1416, aunque en el catálogo de arquitectura rural del Ayuntamiento de València remonta los orígenes a un siglo antes, a Jaume I y la época de la conquista. Los molinos harineros impulsados por la fuerza del agua eran fundamentales para alimentar a la población. El de Bonany fue uno de los principales de la huerta de València. Tuvo hasta cinco muelas.

Fue dividido en dos casales, uno harinero y arrocero y otro batán de tejidos. A lo largo del siglo XX se utilizó para diversos usos industriales ajenos a la molinería, como una pequeña fábrica de telas e incluso un taller fallero. Las construcciones añadidas han ido envolviendo el cuerpo de tres plantas del molino distorsionando la percepción del edificio inicial, apunta el catálogo de bienes protegidos.

El estado del conjunto es «aceptable», según recoge su ficha del catálogo, pese a las alteraciones sufridas para adaptarlo a los distintos usos. Parte de la maquinaria tradicional del batán ha desaparecido, si bien los elementos de la parte hidráulica del molino (los cárcavos, con bóveda de ladrillo y la almenara o derramador a un lado de ellos) se conservan. El molino de Bonany es uno de los que se repartían en la edad Media a lo largo de la acequia de Montcada. Tanto por su emplazamiento como por disposición sobre la acequia y el legado histórico que acumula «merece una protección del conjunto edificado, y ello a pesar de la desaparición prácticamente total de la huerta en su entorno más inmediato», añade el catálogo municipal, basado en el inventario del catálogo del plan de acción de la Huerta.

Junto a la acequía de Montcada

El conjunto forma parte, en un extremo, de la unidad de huerta de Campanar por lo que hay que asociar este viejo casal molinero con el resto de construcciones hidráulicas de dicho ámbito de huerta, uno de los más relevantes del conjunto de Valencia y al que este edificio «aporta un componente significativo más» Aunque descontextualizado en medio de una autovía el valor del conjunto destaca por contar con un tramo descubierto de la acequia de Montcada a la salida del casal. A pocos metros además se encuentra la acequia de Tormos y, más concretamente, las lenguas de Burjassot-Benicalap.

Compartir el artículo

stats