Las comisiones de falla se debaten entre los temores al futuro y la adaptación a la nueva normalidad. La primavera ha sido bajo mínimos, con los casales clausurados inicialmente y sólo parcialmente abiertos en los últimos meses, la actividad fallera que no ha sido telemática se ha basado, fundamentalmente, en actos solidarios de recogida de alimentos., que no precisa de concentraciones humanas, sino de goteo de las mismas a lo largo de la jornada. Algunas han celebrado nombramientos, pero convertidos en actos de asistencia restringida. Esto, junto con las juntas guardando las distancias, completan la magra actividad celebrada en sus sedes.

En el mes de septiembre, la fiesta afrontará un nuevo reto si la situación sanitaria lo permite. La maquinaria hay que ponerla en marcha y el concepto de «actividad fallera» es esencial para mantener la cohesión. Pero adaptados a la nueva normalidad, con sus consiguientes dificultades, puesto que estas actividades se basan, precisamente, en las relaciones humanas: personas sentadas ante una mesa de juego o en un escenario.

La Junta Central Fallera está lanzando una batería de concursos. En todas ellas saldan de momento la profilaxis con un genérico «se tomarán todas las medidas de seguridad vigentes respecto a la Covid 19». A la vez que recuerdan que una cosa es querer celebrar y otra, que se celebre: «Estas bases estarán condicionadas a la normativa sanitaria del momento».

¿En qué consiste entonces la nueva normalidad fallera? La Agrupación de Fallas del Marítimo sí que ha sido más explícita, una vez ha dado a conocer su calendario para lo que queda de ejercicio, con actividades tradicionales: juegos de mesa, juegos tradicionales, concursos culturales y el siempre recurrente «play back». Y lo acompaña de hasta nueve normas de actuación. «Las han elaborado las delegaciones, tanto festejos como infnatiles, bajo la coordinación de la vicepresidenta Trini Castillo», asegura el presidente del colectivo, José Pastor. Que le acompañan otras medidas como «celebrar todo lo que sea bajo techo en la sede de la Agrupación, sin ir de casal en casal» o incluso mantener «las asambleas telemáticas».

La medida preliminar es que «se tomará la temperatura en el acceso a las actividades». Y los torneos seguirán siendo a puerta cerrada, puesto que sólo podrán estar en la sala de juego los participantes y miembros de la Agrupación.

Desinfectar las petancas

La mascarilla será obligatoria en espacios cerrados, pero extendida a infantiles y también en espacios abiertos si no se puede mantener la distancia. El gel desinfectante será obligatorio especialmente para evitar la transmisión de objetos que se emplean en estas actividades (naipes y fichas).

Precisamente, este material es de alta sensibilidad y la responsabilidad será compartida: los miembros de la Agrupación se encargarán de desinfectar aquellos que aporte la organización, mientras que son los falleros los que deberán desinfectar aquellos que son de su propiedad, como las bolas de petanca o los útiles para los concursos de dibujo. Con el apremio de no cederse material unos a otros y que la desinfección se haga «antes y después de cada partida como mínimo». El celo por la higiene se extiende especialmente a los miembros de la agrupación, que llevarán también guantes si la ocasión lo requiere.